lunes, junio 13, 2011
En el ángulo muerto Vol. 106
La situación
El cabo Julián sostenía su arma aturdido sin saber qué hacer o decir mientras, la joven que había salido de la nada, se mantenía imperturbable como si no fuese con ella el hecho de estar siendo encañonada por un arma. La luminosidad atenuada de la luna hacía resaltar todavía más la piel pálida de la chica. El agente Vázquez, por su parte, se mantenía absorto ante la sorprendente situación que les había toda experimentar esa aciaga Nochebuena. Le llamaba la atención que la muchacha, que no aparentaba más de veinticinco años, no acusase el terrible frío que golpeaba mediante ráfagas de viento esa ladera de la montaña.
- No te muevas… - gritó el cabo ante la insípida mujer que no parecía dispuesta a realizar ningún movimiento.
- Baja el arma –intervino el otro agente -, no parece entendernos.
- Seguro que sí entiende una pistola delante de su cara. – Hizo un aspaviento con el revólver y la pelirroja sonrió un poco más con sus increíbles labios. – No entiendo nada, no parece inmutarse – el cabo Julián parecía un tanto extrañado ante la compostura que mostraba la mujer que tenía delante -.
- En fin, sacaré una de las mantas térmicas para los accidentes y será mejor llevárnosla al cuartel para ver qué hacemos con ella.
- No me jodas, ahora tendremos que rellenar todos los papeleos y nos va a joder la noche. – Dijo entre dientes Julián.
El agente Vázquez abrió el portón trasero y sacó una manta metálica con la que cubrió el cuerpo desnudo de la joven. A pesar de la baja temperatura su cuerpo irradiaba calor y parecía haber estado refugiada hasta el momento en el que se la encontraron, cuando cubrió sus hombros la muchacha le sonrió ampliamente y le dedicó una profunda pose sensual que dejó al agente un tanto descolocado. También llamó su atención el hecho de que su piel, a pesar de haber salido de entre la hojarasca, no tenía ni un solo rasguño; era perfecta. Consideró que lo más apropiado sería retirarse unos pasos para decidir, junto a su compañero, cómo actuar. El otro, que ya había guardado en su funda la pistola, estaba observando libidinosamente a la joven que, lejos de sentirse incómoda, parecía disfrutar de su desnudez y las miradas centelleantes que Julián le dirigía.
- ¿Cómo te llamas? – Preguntó el agente Vázquez a voz en grito en un intento de hacerse entender. La otra sonreía ampliamente sin moverse del arcén en el que se encontraba.
- Es inútil, debe tratarse de una de esas rumanas que vienen a nuestro país a prostituirse y demás – recalcó el cabo -.
- No digas tonterías, ¿y qué es lo que hace entonces aquí en la montaña?
- No tengo ni idea, igual está puesta o algo por el estilo. Con esta gente nunca se sabe.
- Yo creo más bien que igual la han atacado o ha tenido algún trauma y está en estado de shock. ¿Quién sabe? Quizás hayan abusado de ella o algo peor.
- No digas gilipolleces, lo más seguro es que se esté enterando de todo lo que hablamos y está esperando a que le demos lo suyo… - el cabo Julián hizo un guiño a su compañero.
- No sé a qué te refieres, pero creo que lo mejor es ir al cuartel e intentar sacar la identidad de esta tía.
- Bueno, quizás sea lo mejor, pero yo ya creía que al final se nos iba a arreglar la Nochebuena –hizo una pausa dramática -. Pero fíjate como nos mira, no ves que nos está devorando con esos ojos verdes, que lo tenemos todo hecho.
- Déjate de tonterías y vámonos ya de aquí, que hace mucho frío. – El agente Vázquez no quería atender a las indirectas de su compañero.
Después de varias maniobras y de mover el coche para adelante y para atrás consiguieron sacarlo de la zanja en la que había caído, hicieron el camino hasta el pequeño cuartel del pueblo en silencio, observando de soslayo a la extraña mujer que había recogido en el lindero del bosque.
Nacho Valdés
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7 comentarios:
ajaaaa...sabía que sus ojos eran verdes...
Un hurra por nuestra compleja policia...
Saludos
Es lo que tienen los trabajos vocacionales: sin regatear esfuerzos para prestar ayuda a quien la necesita... siempre dispuestos...
En realidad Torrente no es un invento de Santiago Segura, lo unico que hizo fue tomar notas.
ellos desde luego son hombres y ella...no será una sirena, esa manera de mirarlos, esa desnudez y esa belleza...esos ojos verdes.
Que los arrastre al fondo del mar, por favor, que pareja!
Abrazos
se me pasó, Nacho, muy bella la fotografía.
Una entrega mas de una apasionante historia.Esa mujer misteriosa me esta volviendo LOCO.
Saludos Eléctricos.
¿La foto es aquel autorretrato que te hiciste el verano pasado no, Nacho?
Eso es... aunque esté mal que yo lo diga salí bastante favorecido.
Cuando quieras te dejo que me hagas un book...
Abrazos piratas.
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