viernes, febrero 11, 2011

Retratos (Vol. 26)

Cuando divisó el ocaso como una fuente de esperanza
supo que la vida tocaba a su fin y que nada bueno vendría ya a buscarlo.
Así que sacó de alguna parte el valor que durante años se había acumulado como polvo
en las estanterías de la memoria y decidió dar un paso atrás.
Recordar cómo empezó todo. Cómo los sueños, antes de pudrirse en su imposibilidad, son también bellos paraísos que no admiten exclusiones ni soledades.
Es así como los ojos de ella volvieron a iluminarle.
Se fue contagiando de los pies a la cabeza como una enfermedad que avanza lentamente hasta gobernar el cuerpo.
Y ella le miraba y él la esperaba pero lamentablemente para algunas cosas es demasiado tarde.
Cuando quiso volver a la realidad la habitación ya estaba llena de agua.
Agua que acabaría por ahogarle en sus propios pensamientos, en su propia fantasía, en su propia tristeza.

El valor que cosa tan mundana y despreciable.

1 comentario:

Nacho dijo...

Como siempre me transportas a lugares de ensoñación y abres el texto a nuevas significaciones.

Excelente, buen amigo.

Abrazos.

Nacho.