lunes, febrero 28, 2011
En el ángulo muerto Vol. 92
Partida
Reuní el poco dinero que tenía y compré en la tienda de la mujer que me alquilaba la habitación algo de comida. Le pedí que me diese lo necesario para pasar unos días en la montaña y estalló en una sonora carcajada. Cuando le reclamé una explicación, pues yo estaba totalmente convencido de mis posibilidades, volvió a su estado de ánimo habitual y me escrutó con una mirada huraña y oscura de apariencia estúpida y bovina. Le dije que hiciese lo que le había pedido y contó, en su mano grasienta, los pocos ahorros que me quedaban. Meneó la cabeza y me explicó que por ese capital poco podía darme, reunió unos cuantos objetos sobre el mostrador improvisado que era su mesa y me miró con aire despistado como haciéndome ver que no llegaría demasiado lejos con lo que había apiñado. Puesto que yo no tenía ninguna idea de la vida en la alta montaña, para mi gusto resultaba totalmente apropiado: unas galletas, leche en polvo, un cazo y comida en conserva que se me antojaba suficiente para pasar varios días a la intemperie. Le pregunté si podía prestarme las mantas raídas que tenía en mi jergón y volvió a explotar en una sonora risotada que hizo oscilar toda la mole de su cuerpo. La mujer se alejó mientras continuaba riendo sin parar, parecía dispuesta a hacer temblar las paredes con la tremenda sonoridad de su carcajeo. Yo, mientras, esperaba un tanto desconcertado y comenzando a impacientarme frente a los objetos que había sobre la mesa. La mujer, sin prestarme atención desapareció por una puerta y se alejó por un pasillo desde el que me llegaban los sonidos que todavía emitía al intentar contener el incontrolable caudal de su particular buen humor. Al rato reapareció, traía la cara iluminada por una enorme sonrisa y varios objetos que colocó junto al resto. Comenzó a enseñármelos mientras me explicaba que eran fundamentales si quería sobrevivir la primera noche al raso si no encontraba refugio. Se trataba de una pequeña mochila, una cantimplora, un saco de dormir enrollado con fuerza en forma de cilindro, un anorak y una minúscula linterna. Me quedé perplejo, parecía que en el fondo la arisca y enorme mujer sentía algún tipo empatía por mi seguridad o, quizás, no quería cargar con la muerte de un desconocido sobre sus espaldas. Daba igual, el caso es que ya tenía el equipo necesario para mi partida y, puesto que era todavía pronto y el sol no había comenzado a calentar, decidí salir en busca de una de las pocas personas que todavía podía relacionarme con mi pasado alemán. Recibí un par de indicaciones de cómo llegar hasta la zona en la que mi familiar reunía el ganado, de cómo era el pequeño resguardo que utilizaba para pasar las noches y salí por la vereda que lentamente comenzaba su ascenso.
El camino no resultaba complicado y, nada más salir de la población, se rodeaba de una frondosa arboleda que lo hacía agradable para el paseo. Sin embargo, al rato el sendero se empinaba y comenzaba a culebrear entre peñas que hacían el ascenso algo más complicado. Con todo, y puesto que llevaba varios días sin fumar ni beber absolutamente nada, me sentía con las fuerzas suficientes para alcanzar mi objetivo en el mismo día. Debía subir hasta que el bosque desapareciese, llegaría entonces a una zona de pastos y con la referencia de uno de los picos buscar la caseta donde podría encontrar a la persona que estaba buscando. El día comenzó a resultar mucho más duro de lo que había esperado, cuando salía del amparo de las sombras el calor me hacía sudar y empaparme y me obligaba a deshacerme del abrigo. Mientras que al rato, cuando volvía a una zona en la que los árboles me protegían, el frío penetraba en mí y me hacía volver a protegerme. Todo esto acompañado del incesable zumbido de las moscas que me acompañaban a cada paso y de las tremendas rampas que, cada dos por tres, aparecían tras una curva y que provocaban mi más completo desánimo. Para cuando llegó el mediodía estaba totalmente agotado, decidí buscar un lugar cómodo y abrir alguna de las latas para hacerme un bocadillo con el pan que llevaba encima. Tras la frugalidad del tentempié me quedé al amparo de una sombra y me metí en el saco de dormir pues una tremenda pereza se apoderó de mí, no estaba acostumbrado a los esfuerzos físicos. Pensé en cerrar los ojos unos minutos para recobrar fuerzas pero cuando me quise dar cuenta ya me había quedado completamente dormido.
Nacho Valdés
viernes, febrero 25, 2011
Las Chicas Saladas Cantan a Marc (Bonus Track)
Una última chica llama a mi puerta esta mañana. Fiona Apple y sus ojos tristes cantó a Lennon hace algún tiempo y consiguió emocionar con esa voz que una vez escuchas ya no olvidas. Ella no es fácil de olvidar tampoco.
Una canción y vídeo con cierto carácter onírico sirve para despedir esta sección. Creo que es lo más apropiado.
SALUDOS
Una canción y vídeo con cierto carácter onírico sirve para despedir esta sección. Creo que es lo más apropiado.
SALUDOS
jueves, febrero 24, 2011
Retratos (Vol. 28)
Ayer pensé en los presos como amigos perdidos,
algo similar a caminos que evitas cuando vuelves a casa.
Dibujó mi mente los bancos del Parque del Oeste cuando
estos nos servían para acomodar a las musas y a las chicas,
a veces incluso ocurría de forma simultánea.
Pero el que está preso ya no puede ver a nadie,
solo las cuatro paredes que impiden llegar al futuro.
La realidad entra en sus vidas ficcionada por la televisión,
encendida durante todo el día para que acompañe a los ojos
que buscan el movimiento.
El amor cabe en una celda. La familia también.
Ayer vi a los niños jugar en un patio con verjas electrificadas
que no dejaban correr a los sueños y recordé a los amigos abandonados.
A los amigos ausentes…
A los que anduvieron conmigo hacia ninguna parte
A los amigos que esperan, ausentes o no, que las puertas se abran y que la vida siga.
Que la vida siga…
que la vida siga…
Sola, suya, tuya, mía…
Libre...
algo similar a caminos que evitas cuando vuelves a casa.
Dibujó mi mente los bancos del Parque del Oeste cuando
estos nos servían para acomodar a las musas y a las chicas,
a veces incluso ocurría de forma simultánea.
Pero el que está preso ya no puede ver a nadie,
solo las cuatro paredes que impiden llegar al futuro.
La realidad entra en sus vidas ficcionada por la televisión,
encendida durante todo el día para que acompañe a los ojos
que buscan el movimiento.
El amor cabe en una celda. La familia también.
Ayer vi a los niños jugar en un patio con verjas electrificadas
que no dejaban correr a los sueños y recordé a los amigos abandonados.
A los amigos ausentes…
A los que anduvieron conmigo hacia ninguna parte
A los amigos que esperan, ausentes o no, que las puertas se abran y que la vida siga.
Que la vida siga…
que la vida siga…
Sola, suya, tuya, mía…
Libre...
miércoles, febrero 23, 2011
Delaletra
La literatura exagerada de algunos chilenos
No sé qué tendrá el clima chileno que produce una cantera prácticamente inagotable de enormes escritores comprometidos con el lenguaje. Pues, aunque no soy un especialista en literatura americana en castellano, debo decir que en los últimos tiempos me estoy dejando llevar por una cadencia que me conduce hasta tan alejados lugares. El hilo conductor que me dejó en las orillas de la literatura de Alfredo Bryce Echenique fue otro chileno genial, en este caso Roberto Bolaño al que ya dediqué unas líneas en esta misma sección.
En el caso de la recomendación de hoy me he decantado por La vida exagerada de Martín Romaña, curioso novela falsamente biográfica que indaga en las andanzas europeas de un pretendiente a escritor. La obra, que utiliza una narración muy espontánea en primera persona, nos traslada a las vivencias en París del supuesto protagonista durante los años sesenta, cuando intentaba forjarse una carrera de escritor. Se trata de un libro vivido, orgánico y que para aquellos que disfrutamos de la lectura y la escritura nos reencuentra con ciertas emociones con las que a menudo nos topamos. El recorrido va desde los primeros sesenta, donde se recorre la bohemia de esos años, el avance de los frentes libertarios y el Mayo del 68, hasta los últimos setenta en los que, a modo de epílogo, se cierra la narración con un pequeño repaso de situaciones y personajes que fueron apareciendo en las páginas precedentes.
Se trata de una obra muy personal que, salvando las distancias, me recuerda en algunos puntos al Cortazar más legible de Rayuela. Aún así, mantiene un tono propio y, por encima de todo, un dominio absoluto de los increíbles resortes del lenguaje que pueden ser pulsados para crear una obra que nos devuelva al placer de la lectura.
Nacho Valdés
martes, febrero 22, 2011
LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (IV)
Después de tres entregas con canciones de artistas desconocidos para la mayor parte de los lectores del blog, la canción de esta semana es una apuesta segura al tratarse de un grupo que ha sido motivo de conversaciones y tráfico de canciones entre algunos de los miembros de Corazones. Poco o nada se puede decir de este grupo que no se haya dicho ya, asi que obviare referencias a la historia, componentes y discografía de la banda. Solo a modo de información privilegiada os comentare que su cantante Josele Santiago tiene previsto publicar su tercer trabajo en solitario en próximas fechas. A buen seguro que Corazones asistirá a su espectáculo cuando visite nuestra ciudad.
La canción que os propongo es probablemente mi favorita y digo probable porque el legado musical de Los Enemigos es enorme y resulta complicado quedarse con tan solo una canción. “Wonderland Records” estaba incluida en su disco “Sursum Corda” editado en 1994 y habla de la captación de artistas por parte de las discográficas.
lunes, febrero 21, 2011
En el ángulo muerto Vol. 91
Luna creciente
Pasé una noche difícil. La mente confusa por el cansancio, el cuerpo roto, un frío horrible y muchas cuestiones por resolver. Ni tan siquiera había intentado procurarme alimento, solamente había dado un pequeño paseo por la zona y había vuelto a mi cubículo en busca de algo de tranquilidad para ordenar mis ideas. Pasé la tarde haciendo anotaciones en mi cuaderno, lo que se me pasaba por la cabeza sin reparar en si se trataba de una locura o estaba creando algo genial que algún día podría ver la luz. El teléfono lo mantenía apagado, no quería tener noticias desde mi casa y Roberto me había decepcionado profundamente, había demostrado que no era más que un cobarde sin el más mínimo sentido de la amistad.
Pude comprobar que más que un pueblo me encontraba en un conjunto de granjas y casas diseminadas, el núcleo urbano era donde me hallaba, la casona donde había alquilado mi prisión y las cuatro viviendas adyacentes. El resto de la población, si así podía denominarse, se extendía por las laderas y los valles cercanos y, por lo que pude enterarme, la gente vivía fundamentalmente de la ganadería que pastaba por los prados verdes. Después, en invierno, cuando todo se volvía blanco, guardaban las reses en sus establos y este ciclo se repetía de esta manera infinitamente. Supongo que mi abuelo, antes de ser llamado a filas, se dedicaba a este tipo de tareas y que también estuvo caminando por las veredas que yo estaba recorriendo muchos años después. Por otro lado, también pude constatar que la escasa población era bastante ladina y mohína, como si desconfiasen de forma innata de todo lo que viniese del exterior. Fueron pocos los que me crucé, menos los que me devolvieron el saludo y abundantes los que observaban mis pasos desde la lejanía y sin atreverse a acercarse a hablar conmigo. De todas maneras me daba exactamente igual, tenía un cometido bastante definido y lo más probable es que no lo solucionase hablando con los aldeanos que por ahí pululaban.
Le pregunté a la enorme mujer que me alquilaba la habitación. Se mostró bastante más predispuesta a la conversación que el día anterior pero, aún así, resultaba complicado mantener un hilo argumentativo que no se limitase a lacónicas contestaciones a base de monosílabos. Por fin conseguí los datos que necesitaba, mi familia todavía se mantenía por la zona. Los llamaba mi familia debido a que compartíamos el apellido, pero realmente no tenía idea del grado de parentesco que manteníamos. Probablemente serían algo así como tíos abuelos lejanos y, quizás, con un poco de suerte, quedaría algún primo lejano de más o menos mi edad. La mujer se echó a reír con mis ocurrencias. Me explicó que la gente joven salía huyendo de la mediocridad de esa villa perdida en las montañas, que lo único que encontraría sería algún anciano con su cabaña vacuna. Pensé que igual eso era suficiente y, además, quizás lo que quedase por aquí de mis ancestros serían contemporáneos de mi abuelo. Debo reconocer que la noticia me ilusionó y, ante mi excitación, la enorme mujer me explicó donde solía pastar su ganadería y donde podría encontrar a mi familiar recogiendo a los animales para el invierno. Cuando me hubo explicado todo volvió a sus quehaceres, ignorándome de forma absoluta y dándome a entender que mi presencia sobraba junto a ella. Decidí volver a mi pequeño cuarto y pasar la tarde pensando en qué hacer, la luna iluminaba los picachos.
Tomé la determinación de salir en su busca al día siguiente. Desayunaría, me asearía y saldría camino de las montañas con mi bloc de notas para intentar volver con una historia bajo el brazo. No tenía nada que perder y consideraba que llegado hasta ese punto debía alcanzar el fondo de la situación.
Nacho Valdés
jueves, febrero 17, 2011
Retratos (Vol. 27)
Lo último que dijo fue adiós.
Acompasando las palabras con un fraseo rítmico y único.
Pensó él que la despedida mereció la pena,
solo por almacenar para siempre aquella melodía de partida en la memoria.
Los hechos que acontecieron a la despedida pasaron rápidos
movidos por hilos invisibles que todavía le unían a ella.
Al doblar la esquina ya casi había olvidado la primera vez que se vieron.
Cuando paró a comer, ya muy avanzada la tarde, la mitad de ella se había marchado.
Volvió a casa como quién anda un camino mil veces transitado,
pero esta vez, por cada paso dado, dejó tras de sí huellas
convertidas en partes de su vida.
La casa estaba vacía.
Al cerrar los ojos en la cama todo había acabado. El alma estaba limpia.
El sueño comenzó con un leve zumbido.
Una música atrapada. Un soniquete acompasado.
Una melodía de partida.
Adiós, fue lo último que dijo.
Acompasando las palabras con un fraseo rítmico y único.
Pensó él que la despedida mereció la pena,
solo por almacenar para siempre aquella melodía de partida en la memoria.
Los hechos que acontecieron a la despedida pasaron rápidos
movidos por hilos invisibles que todavía le unían a ella.
Al doblar la esquina ya casi había olvidado la primera vez que se vieron.
Cuando paró a comer, ya muy avanzada la tarde, la mitad de ella se había marchado.
Volvió a casa como quién anda un camino mil veces transitado,
pero esta vez, por cada paso dado, dejó tras de sí huellas
convertidas en partes de su vida.
La casa estaba vacía.
Al cerrar los ojos en la cama todo había acabado. El alma estaba limpia.
El sueño comenzó con un leve zumbido.
Una música atrapada. Un soniquete acompasado.
Una melodía de partida.
Adiós, fue lo último que dijo.
miércoles, febrero 16, 2011
LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (III)
El tema que hoy musicaliza la sección semanal es la banda sonora que despierta al Muchacho Eléctrico de su cita con Morfeo desde los primeros días del mes de febrero. Se trata de Niño Malalengua, grupo madrileño que solo cuenta con un disco “Panicotidiano” en el mercado. Pese a ello, su debut ha calado hondo en las entrañas eléctricas y merece estar en esta tercera entrega de la disquería eléctrica.
"Panicotidiano" cuenta con la producción de un ex-Radio Futura, Javier Monforte, que ha sido capaz de combinar los recursos de un perro viejo del rock español con la frescura de unos chicos con ganas de comerse el mundo. Un disco que compone músicas igual que su título compone palabras.
En definitiva, un puñado de buenas canciones con mucho que contar que hacen de este grupo uno de los debuts con más méritos para requerir un minuto de atención en la sobresaturación de oferta que vive el mercado musical de hoy día.
La sección de hoy está dedicada a la Mujer Eléctrica, fan declarada de este grupo.
martes, febrero 15, 2011
Palabras usadas
Hace ya bastantes años Mano Negra saltaba a la palestra europea y a todos los bares de copas con su temazo Mala Vida. Hace no tanto, después de que la Mano Negra se disolviese y solo Manu Chao permaneciese en el panorama musical, descubrí esta versión de Yuri Buenaventura que creo trae un soplo de aire fresco a este tema tan escuchado.
Espero que disfruten de las grandes canciones propuestas.
Espero que disfruten de las grandes canciones propuestas.
lunes, febrero 14, 2011
En el ángulo muerto Vol. 90
Los últimos días
Me costó prácticamente tres días llegar desde Salzsburgo a Hackett, tuve que hilar decenas de combinaciones hasta recalar en el pequeño pueblo de montaña del que provenía mi familia. El sitio, a mi entender, no tenía demasiados atractivos. Cuando el autobús me dejó en una plazoleta en la que se concentraban los tres comercios de la población, fui el único en apearme. Llegaba prácticamente con lo puesto y en mi bolsillo no parecía quedar demasiado dinero y no deseaba comprobarlo por lo que pudiese encontrarme. Debía buscar un refugio aunque fuese pasajero para intentar tirar en alguna dirección.
Lo que más me llamó la atención en ese primer vistazo fue lo desierto del lugar, las cuatro calles que llegaban hasta el lugar donde me encontraba estaban totalmente vacías. Me dirigí a un local que parecía ser una especie de cervecería y supermercado e intenté abrir la puerta. Estaba cerrada y me quedé intentando mirar a través de los cristales, en el interior se encendió una luz y una gruesa mujer se acercó al escaparate. La tipa parecía salida de algún cuento de los Hermanos Grimm, únicamente le faltaba el traje típico de la zona para ser un cliché con piernas. Bueno, más que piernas parecían columnas germanas que soportaban el imponente perímetro de su cintura coronado por un pecho descomunal. Me echó un vistazo desconfiado y por señas me preguntó qué quería. Yo estaba despeinado, con la ropa arrugada tras varios días de viaje y probablemente con la cara desencajada por las últimas tensiones que había tenido que experimentar. Le grité, con mi rudimentario alemán, que necesitaba algún lugar en el que quedarme a dormir pero la tremenda mujer no parecía querer entender lo que estaba indicándole. Probé con señas, haciéndole ver que necesitaba alojamiento y un lugar en el que ducharme pero me observaba con su mirada bovina como si fuese una especie de molestia menor. Estaba desesperándome, ¿tendría algún tipo de deficiencia o simplemente quería darme de lado para volver a sus asuntos? Rebusqué en bolsillo y saqué los pocos billetes arrugados y sucios que me quedaban, los pegué al cristal a través del que me miraba, y la mujer reaccionó con una leve sonrisa. Me dejó claro que entendía perfectamente lo que le estaba pidiendo.
No me dejó entrar a su local, salió ella fuera bamboleando sus carnes compactadas y se interpuso entre la puerta y yo. Al final, resultó que mi dominio del alemán no era tan malo y que la mujer se enteraba perfectamente de lo que yo le decía. Me explicó que en el pueblo no había ningún hostal o albergue para quedarse a dormir pero que ella y su marido, durante el verano, alquilaban un pequeño cuarto con ducha y derecho a desayuno para los amantes del senderismo que recalaban por la zona. En esa época del año, con las primeras nieves a punto de llegar, tenía la habitación disponible y me dejaría dormir por un módico precio. Me pareció un precio justo, y además con una comida diaria, pero me faltaba por ver la habitación en la que me iba a meter.
La seguí a la parte posterior del negocio que regentaba, en cuya parte superior comprobé que tenía la vivienda, y llegamos a una pequeña puerta que parecía el acceso a un sótano. Abrió el chirriante portón y descendimos a la oscuridad que nos aguardaba. Se trataba de una especie de pequeño almacén con una bombilla desnuda en el techo, con un jergón sobre un somier metálico y oxidado y con un plato de ducha mínimo que hacía las veces de cuarto de baño. Me quedé congelado, y no por el frío y la humedad que se respiraba en ese zulo, sino por las condiciones en las que tendría que vivir hasta que resolviese los asuntos que me preocupaban. Le pregunté por el aseo y la mujer con una risotada que hizo mover su papada me señaló el exterior, miré fuera y había un pequeño baño aledaño a la construcción principal con el que tendría que arreglarme. Puesto que no tenía otra cosa a la que agarrarme le pagué tres días por adelantado y apretujó el dinero con sus manos obesas para metérselo en el escote, yo aparté la vista un tanto asqueado por lo sórdido que me estaba resultando ese encuentro. Me dejó solo en mi nueva habitación y me senté en el somier intentando ordenar mis ideas, al rato volvió y me hizo entrega de la llave de la puerta y de un pequeño radiador que conectó a un regleta repleta de enchufes, cuyo cable se perdía a través del tabique. Cuando por fin me quedé solo me dormí a pesar del frío y la humedad, estaba demasiado cansado para pensar en esas nimiedades.
Nacho Valdés
domingo, febrero 13, 2011
En el Backstage Vol. 25
La fuerza de una verdadera impostura
El pasado sábado día cinco actuaron en la ciudad de Valencia las bandas, hermanadas por temática y estética, Arizona Baby y Los Coronas. El caso es que recalaron en la sala Wah Wah, que con su reciente remodelación se hacía un tanto más cómoda y adecuada para disfrutar de buena música. Son pocos los cambios, un pilar menos, una barra que cambia de sitio y pequeñas cosas por el estilo que provocan que el espacio se haya vuelto más diáfano y con más facilidades para seguir a los artistas desde cualquier rincón del local. Por otra lado, el sonido fue excelente y pudimos disfrutar una gran noche de rock.
El caso es que el núcleo duro de corazones hambrientos, acompañado por sus fieles seguidores y mi bella mujer, nos acercamos a ver qué era lo que se cocía con el asunto ese de Dos bandas y un destino. El título de la actuación no podía ser más elocuente como adelanto de lo que nos íbamos a encontrar; rock sureño, western y un toque surfero que parafraseando el clásico de Redford y Newman nos llevaba de la mano hasta los sonidos más profundos de América. El problema que quizás no recordaban estos voluntariosos músicos es que los dos personajes de Dos hombres y un destino, título que toman como referencia, acababan muertos y este es un peligro, en el ámbito sonoro, con el que pueden encontrarse. Después explicaré este asunto, ahora me ceñiré a lo estrictamente musical.
La propuesta es sencilla. Los Arizona Baby no tienen bajista y Los Coronas no tienen cantante, parece que este asunto tiene fácil arreglo pues no tienen más que fusionar ambas formaciones. Sin embargo, la cosa no resulta tan sencilla. La actuación comienza de manera conjunta, todos los músicos en el escenario arremetiendo con un par de versiones que comienzan a calentar el ambiente. En este sentido el cantante de los Arizona maneja de manera prodigiosa su voz y sabe como levantar al público, destacó como gran maestro de ceremonias y cantante. Después ya se da paso a cada uno de los shows particulares, comenzando por los Arizona Baby que ponen sobre el tapete su único trabajo de manera prácticamente íntegra. Se presentan los tres miembros del grupo con un look western zarrapastroso, con enormes barbas y melenas y enseguida te dejas llevar por el soniquete de esta banda que rinde pleitesía a todo lo que huela a Estados Unidos. Destaca el cantante, que también hace las veces de guitarrista rítmico, y que maneja el tempo de la show. Se trata de un tipo que tras su frágil y desgarbada apariencia esconde un torrente de voz que manipula a su antojo para dotar de todo tipo de matices su actuación. Suena, sin lugar a dudas, todavía más redondo y completo que en el disco de estudio. Después está el señor Marrón, así es como lo presentaron, que se encarga de la guitarra solista. Lo de este tío difícilmente puede describirse con palabras, es una animal de la guitarra que realiza todo tipo de florituras con una acústica que hace sonar limpia y clara a pesar de los increíbles arreglos que hace a toda velocidad. Sin duda de los mejores músicos a los que he podido escuchar en directo. El último componente, encargado de la percusión, pasa más desapercibido pero resulta del todo necesario para el buen hacer del conjunto. Sin duda son unos tipos bragados en lo de los escenarios y se les ve con una propuesta que, aunque manida, es sólida y contundente.
Después vuelve a realizarse un baile de músicos y salen Los Coronas a actuar. Estos caen también en el rollo western pero con un toque hortera, a lo Dolly Parton, que desata un tufillo un poco rancio. De todas formas en seguida se ve que es una buena banda que combina un repertorio propio con versiones como Surfaris o Tito y Tarantula. Los problemas que tienen, para mi gusto, es que sus composiciones se hacen interminables y dan la sensación de caer en un bucle que solo se rompe con las paridas que el frontman suelta de vez en cuando sin venir a cuento. En definitiva, se me hizo bastante más pesado que los Arizona Baby.
Por último, a estas alturas ya habían superado las dos horas de concierto, vuelven a juntarse los dos conjuntos para terminar con unas cuantas versiones que son el colofón de la actuación. Aquí destacaron el par de temas de los Dead Kennedys, abanderados del punk americano de los ochenta, que adaptaron al peculiar estilo western de la noche.
Realmente fue una buena noche en la que disfruté de gratas sorpresas pero, siguiendo la analogía con el clásico Dos hombres y un destino, considero que los Arizona Baby deberían desvincularse de Los Coronas si no quieren terminar como Butch Cassidy y Sundance Kid; muertos al ser arrastrados a un final trágico.
Nacho Valdés
viernes, febrero 11, 2011
Las Chicas Saladas Cantan a Marc (Vol. 10)
La última de la Chicas Saladas es Diana Krall. Cierra el ciclo de voces femeninas que cantan al pequeño Marc. La señora de Costello posee un ritmo interno único e intransferible. Las palabras no salen de su boca sino que bailan como sábanas agitadas por el viento.
Imagino las cenas familiares de los Costello-Krall y me entra una sana envidia. Me han dicho que el año que viene vendrán por casa a conocer al pequeño.
Mientras tanto un adelanto:
Imagino las cenas familiares de los Costello-Krall y me entra una sana envidia. Me han dicho que el año que viene vendrán por casa a conocer al pequeño.
Mientras tanto un adelanto:
Retratos (Vol. 26)
Cuando divisó el ocaso como una fuente de esperanza
supo que la vida tocaba a su fin y que nada bueno vendría ya a buscarlo.
Así que sacó de alguna parte el valor que durante años se había acumulado como polvo
en las estanterías de la memoria y decidió dar un paso atrás.
Recordar cómo empezó todo. Cómo los sueños, antes de pudrirse en su imposibilidad, son también bellos paraísos que no admiten exclusiones ni soledades.
Es así como los ojos de ella volvieron a iluminarle.
Se fue contagiando de los pies a la cabeza como una enfermedad que avanza lentamente hasta gobernar el cuerpo.
Y ella le miraba y él la esperaba pero lamentablemente para algunas cosas es demasiado tarde.
Cuando quiso volver a la realidad la habitación ya estaba llena de agua.
Agua que acabaría por ahogarle en sus propios pensamientos, en su propia fantasía, en su propia tristeza.
El valor que cosa tan mundana y despreciable.
supo que la vida tocaba a su fin y que nada bueno vendría ya a buscarlo.
Así que sacó de alguna parte el valor que durante años se había acumulado como polvo
en las estanterías de la memoria y decidió dar un paso atrás.
Recordar cómo empezó todo. Cómo los sueños, antes de pudrirse en su imposibilidad, son también bellos paraísos que no admiten exclusiones ni soledades.
Es así como los ojos de ella volvieron a iluminarle.
Se fue contagiando de los pies a la cabeza como una enfermedad que avanza lentamente hasta gobernar el cuerpo.
Y ella le miraba y él la esperaba pero lamentablemente para algunas cosas es demasiado tarde.
Cuando quiso volver a la realidad la habitación ya estaba llena de agua.
Agua que acabaría por ahogarle en sus propios pensamientos, en su propia fantasía, en su propia tristeza.
El valor que cosa tan mundana y despreciable.
miércoles, febrero 09, 2011
Delaletra
Últimamente,ante el poco tiempo que queda para mis cosas, he regresado a la poesía como sustento literario principal. Y este tren de vuelta tiene una parada obligatoria en García Montero. Heredero de lo mejor de la Generación del 27, García Montero, ha sabido dar un paso más allá y actualizar todo ese imaginario colectivo, Su poesía, cotidiana, rica, casi como una canción susurrada al oído le han convertido en nuestro último gran poeta.
Podría recomendar cualquiera de sus libros, Montero no defrauda nunca. Así que traigo a esta sección el primero que yo leí “Completamente Viernes” y del que no hace mucho se cumplieron 10 años desde su publicación. Es un libro con el que yo aprendí a escribir y a leer de verdad. Saboreando las palabras, las metáforas, sus cantos a Madrid y Granada, su amistad fraternal con Ángel González y Gil de Biedma.
No hace mucho, en la Feria del Libro de Madrid, le pude visitar y agradecer todo lo que me dio.
Estoy en deuda con usted.
"Tiéndete junto a mí. Despierta en la memoria
esa inquietud que guardan los que acaban de amarse. "
martes, febrero 08, 2011
LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (II)
Lo primero que me llamo la atención de este grupo fueron sus caretos en la portada del disco. Di por hecho que su procedencia debía estar entre México y Colombia, esos rasgos latinos les delataban. Una vez empecé a escuchar su disco, donde el blues , el jazz y el funky son sus principales señas de identidad pensé que, pese a ser latinos, debían haberse trasladado a zonas próximas a New Orleans o Loussiana donde empezaron a desarrollar sus actitudes musicales. Todo esto se vino abajo cuando investigue un poquito sobre ellos en Internet.
Marc Coll (armónica) y Adrián Costa (voz y guitarra) son gallegos y llevan durante muchos años siendo galardonados como la mejor banda de blues española. Han publicado varios discos y han tocado en casi todos los festivales de blues que hay en el mundo. El nombre del grupo se debe a que en sus inicios solían participar como banda sonora de eventos pugilísticos clandestinos.
Su último disco es una invitación a que nuestras viejas caderas se agiten de un lado a otro, muestra de ello es la canción que he seleccionado para hoy y que se trata de la versión que hacen del “You way you make me feel” de Michael Jackson.
Queridos, denle al play y disfruten.
Marc Coll (armónica) y Adrián Costa (voz y guitarra) son gallegos y llevan durante muchos años siendo galardonados como la mejor banda de blues española. Han publicado varios discos y han tocado en casi todos los festivales de blues que hay en el mundo. El nombre del grupo se debe a que en sus inicios solían participar como banda sonora de eventos pugilísticos clandestinos.
Su último disco es una invitación a que nuestras viejas caderas se agiten de un lado a otro, muestra de ello es la canción que he seleccionado para hoy y que se trata de la versión que hacen del “You way you make me feel” de Michael Jackson.
Queridos, denle al play y disfruten.
lunes, febrero 07, 2011
En el ángulo muerto Vol. 89
Abandono
Amablemente decliné la invitación de la azafata, realmente no necesitaba nada más que resolver las dudas que me embargaban y a las que no podía dar respuesta. No necesitaba ninguna bebida, ni nada que hiciese el vuelo más llevadero. Después de haber hablado con Roberto me sentía profundamente arrepentido por haberle contado el altercado con el viejo, para mi sorpresa había declinado mi petición de ayuda y había decidido alejarse del posible problema que parecía estar fraguándose. Me había quedado solo pues él era la única persona en la que podía confiar para tratar este asunto tan delicado. Lo que quedaba de mi familia, mi madre, no podría aguantar una noticia de tal calibre y máxime teniendo en cuenta que, con toda probabilidad, me cargarían con el presunto delito. Algo así acabaría con ella. De todas maneras yo era inocente, en caso de que el viejo estuviese muerto, lo que había hecho era defenderme, huir de la agresión a la que me estaba sometiendo. Suponía que la policía tendría forenses y alguien que pudiese dilucidar cómo se había producido el altercado pero, ante mi inseguridad, había tomado la determinación de seguir con el proyecto que me había propuesto. Además, no tenía nada que hacer en España. Sólo esperar mi detención.
Esperaba, cuando llamé a Roberto, que me ayudase a solucionar este entuerto en que me había visto envuelto y, puesto que éramos amigos desde hacía años, suponía que me prestaría al menos su consejo. En lugar de esa reacción que anhelaba para tranquilizarme me había dejado totalmente tirado a mi suerte, había visto en su cara el terror de lo que se me venía encima y excusándose en que se trataba de un asunto muy serio me instó a que me entregase para desvincularse de mi confesión. Por supuesto, después de una acalorada discusión, decidí largarme no sin antes hacerle prometer que mantendría esa historia en secreto. Su reacción, hasta donde yo podía esperarme, me había dejado confuso pues consideraba que estaba más cuajado y que él me daría alguna solución.
El caso es que estaba solo y no veía una salida factible para el asunto. Acudir a las autoridades no entraba en mis planes, no veía sencillo que me involucrasen y solo Roberto era el que conocía esta historia. Lo único que consideraba posible era continuar con el proyecto en el que me había embarcado, resolver la muerte de mi abuelo y sacar de esa tarea mi primera novela. No tenía ni idea de cuánto tiempo me quedaba de libertad, así que lo mejor era coger el primer vuelo hacia la zona de la que provenía mi familia para dilucidar las enigmáticas condiciones en las que se había producido su fallecimiento. Lo que hice fue pedir algo de dinero a mi madre, despedirme de mi trabajo precario y cobrar otra pequeña cantidad y robar, reunir o buscar otra mínima suma que consideraba sería suficiente. Tardé tres días en planear el viaje y mi presupuesto no llegaría más allá de una semana, en ese tiempo tendría que sacar las conclusiones necesarias para la novela que traía entre manos. La idea era tomar el vuelo que me encontraba hasta Salzburgo y de ahí, mediante una ruta de autobús, llegaría a Hackett, el pueblo natal de mi familia. Una vez allí tendría que indagar acerca de la familia Humboldt, que era el apellido de mi abuelo y que creía me permitiría avanzar en alguna dirección.
Por desgracia la cosa había empezado mal. No tenía la seguridad de si se trataba de lo que había dejado atrás o a consecuencia de lo que me esperaba a mi llegada, pero el caso es que estaba hecho un manojo de nervios que me llevaban a no parar de sudar en mi butaca mientras me movía inquieto mirando e en todas las direcciones. Desde que había salido de la casa del anciano había desarrollado cierta paranoia que me hacía estar inquieto y con la certeza de que estaba siendo observado. Aunque era una tontería, pues me hubiesen detenido en España, no podía quitármelo de la cabeza. Únicamente me tranquilicé un poco cuando tomamos tierra en Austria, si el vuelo durase unas horas más no hubiese aguantado la presión a la que estaba sometido. Cogí el equipaje de mano, que era lo único que llevaba conmigo y me acerqué a la salida con rapidez. No aguantaba ni un segundo más en ese avión.
Nacho Valdés
viernes, febrero 04, 2011
Las Chicas Saladas Cantan a Marc (Vol. 9)
Leslie Feist es una de la cosas más bellas que tiene Canada. Además, tiene un swing y una cadencia en sus movimientos que multiplican por mil su ya de por sí elevada cuota de chicasalada.
Nos ha hecho llegar un pequeño vídeo realizado nada más bajar de su avión en Portland. Manda besitos para Marc y su padre mientras nosotros la esperamos con los brazos abiertos en el aeropuerto de Maníses. ¿Llegará algún día?
Buen fin de semana
Nos ha hecho llegar un pequeño vídeo realizado nada más bajar de su avión en Portland. Manda besitos para Marc y su padre mientras nosotros la esperamos con los brazos abiertos en el aeropuerto de Maníses. ¿Llegará algún día?
Buen fin de semana
jueves, febrero 03, 2011
Retratos (Vol. 25)
El día que murió la música yo no pude estar contigo sobrevolando Iowa en medio de la tormenta. Las guitarras viajaban a vuestro lado como armas de pasado cargadas de eternidad.
El día que murió la música yo seguía tus pasos en la tele pero las interferencias no hacían más que volverme loco. Las noticias venían golpeando las ventanas como ramas empujadas por el viento en noche de tormenta anunciando lo que nadie esperaba.
Nos quedó vuestro rastro en cielo como un pentagrama de estrellas destinadas a iluminar el camino de muchos.
Quedamos huérfanos pero sobrevivimos y hoy, más de medio siglo después, todavía os escuchamos, cantamos, queremos, copiamos y admiramos.
El día que murió la música yo seguía tus pasos en la tele pero las interferencias no hacían más que volverme loco. Las noticias venían golpeando las ventanas como ramas empujadas por el viento en noche de tormenta anunciando lo que nadie esperaba.
Nos quedó vuestro rastro en cielo como un pentagrama de estrellas destinadas a iluminar el camino de muchos.
Quedamos huérfanos pero sobrevivimos y hoy, más de medio siglo después, todavía os escuchamos, cantamos, queremos, copiamos y admiramos.
Vosotros lo empezasteis todo...
Y el día que murió la música en ese avión estrellado
yo canté a las musas que siempre os echaré de menos.
Para Buddy, Ritchie y Jiles.
miércoles, febrero 02, 2011
LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (I)
Antes de introduciros en los paisajes sonoros en los que deambula vuestro admirado muchacho, quería agradecer al Comandante la campaña de marketing y comunicación que ha hecho en sus escritos de las últimas semanas a favor de mi participación en este blog. Por supuesto también a los cabecillas de corazones que me brindan la oportunidad de volver a la red.
Para esta ocasión he decidido que sea Alex Ferreira quien inagure esta nueva sección. Su disco lleva ya unas cuantas semanas sonando en el escondite del Muchacho y creo que puede ser una buena apuesta de futuro, por lo que agradeceré vuestra opinión al respecto. Pese a ser dominicano, huye de merengues y bachatas y se inclina por el rock y por el brit pop entre otras influencias. Ha colaborado y compartido escenario con artistas de la talla de Jorge Drexler, Kiko Veneno, Iván Ferreiro, Ximena Sariñana o Xoel Lopez.
Pasen y disfruten de su particular voz
martes, febrero 01, 2011
Palabra Usadas
Dos músicos condenados a encontarse más de una vez. Mundos paralelos, referentes comunes y una infinidad de cualidades que ambos comparten. Jose Ignacio Lapido compuso "Algo me aleja de ti" para cerrar el estratosférico disco "Cartografía". Quique González,quizás el mayor deudor de la escuela lapidista, versioneó el tema para cerrar su último disco Daiquiri Blues.
Ambas interpretaciones denotan el carácter melancólico y oscuro de la propia composición, la cual nos habla de ese amor situado no se sabe muy bien dónde y que aparece y desaparece en manos de una personalidad inestable.
Jose Ignacio Lapido
Quique González
Abran sus oídos...
Ambas interpretaciones denotan el carácter melancólico y oscuro de la propia composición, la cual nos habla de ese amor situado no se sabe muy bien dónde y que aparece y desaparece en manos de una personalidad inestable.
Jose Ignacio Lapido
Quique González
Abran sus oídos...
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