lunes, septiembre 20, 2010

En el ángulo muerto Vol. 72



Respuestas

Ya no podía soportar la situación que me había tocado vivir, dormía a duras penas y con un ojo puesto en mis compañeros a los que temía como si del mismísimo demonio se tratase. No se me había ocurrido pensar que en caso de que quisiesen deshacerse de mí lo tendrían fácil, pues yo era el último marinero que había sido enrolado y no había constancia de mi presencia en ningún tipo de archivo. Sería tan sencillo como tirarme por la borda, yo no habría estado nunca en esa embarcación y la situación se hubiese resuelto con una desaparición en la que nadie repararía. Otra de las posibilidades por las que quizás me mantenían con vida y, era una de las contingencias que rondaba mi cabeza, era que probablemente fuese víctima de un macabro juego en virtud del cual estuviese siendo utilizado como mano de obra para luego ser eliminado a la más mínima oportunidad.
No estaba dispuesto a que eso ocurriese, tenía claro que habíamos cambiado de rumbo y que volvíamos al peñasco que había sido mi hogar durante largas semanas. El capitán no nos dio ninguna información, pero hasta el más novato de los marineros tenía claro que la dirección había variado y que se había impuesto la opción de volver a tierra para recargar nuestras reservas de agua y conseguir algo de fruta para volver a intentar el asalto al apartado puerto en el que probablemente estos villanos tenían intención de atracar. Siempre tenía a mano mi cuchillo y estaba dispuesto a utilizarlo si se me presentaba la oportunidad, vendería cara mi vida si es que tenían el arrojo como para atacarme. La tripulación estaba compuesta por ocho hombres más el capitán y su oficial, había planificado intentar deshacerme de ellos antes de que yo fuese víctima de lo que fraguasen sus enfermizas mentes. De todas formas, el grupo parecía estar sumido en un estado de total desconfianza, aprovecharía la oportunidad para quitarme a alguno de ellos de en medio.
Pensé que el más sencillo de hacer desaparecer sería el viejo borracho con el que había compartido alguna noche de vigilancia, no es que lo considerase especialmente peligroso pero por alguien tenía que empezar y esta era la presa más fácil de acometer. Discretamente, escuchando conversaciones perdidas, me enteré de las noches en las que tenía guardia. Mi plan consistía en intentar conseguir los mismos turnos de forma disimulada, así tendría que descansar los mismos días que él. De esta manera, me vi obligado a compartir un par de noches de guardias con el viejo borracho que, de manera inexplicable, siempre tenía alcohol a mano para pasar las largas noches que nos pasábamos vigilando el rumbo y la oscuridad del océano. Durante el día, a pesar de sus excesos siempre estaba presto para realizar sus tareas cotidianas, como si la ingesta de ron aguado no le afectase lo más mínimo. Sin embargo, las noches en las que no tenía que hacer ninguna guardia dormía profundamente y sus ronquidos se levantaban por encima de los crujidos del navío y del rítmico golpear del oleaje contra el casco. Una de las noches en las que tenía claro que iba a caer rendido tras sus abusos etílicos me fui a mi catre temprano, quería estar vigilante para poder efectuar el ataque que había planificado. Todos los que no tenían guardia acabaron por irse a su rincón para dormir, las conversaciones y las lámparas de aceite poco a poco se fueron consumiendo y al final únicamente quedó el sonido de las ratas que buscaban alimento por la bodega y las respiraciones desacompasadas de los marineros. Cuando estuve seguro de que nadie estaba despierto, me deslicé muy lentamente por el suelo intentando no hacer ningún sonido. Tardé un tiempo que se me hizo eterno en llegar hasta el viejo borracho, el pobre diablo roncaba ajeno a mi presencia. Con precisión cirujana le atravesé el corazón con mi afilado cuchillo, únicamente emitió un leve quejido y pareció dormirse aún más profundamente. Volví a mi catre arrastrándome sobre los codos a sabiendas que había comenzado la purga que había ideado.

Nacho Valdés

1 comentario:

raposu dijo...

Parece que nuestro protagonista entra en los caminos del anti-héroe, lo que le da aún más oscuridad al relato (valga la redundancia cuando baja al sollado).