miércoles, noviembre 11, 2009

Retratos (Vol. 3)

Se pasó el día aspirando el humo que surgía de los agujeros que las balas habían dejado en los cristales, creo incluso que llego a colocarse. Después de eso, entró como un huracán en la tienda de repuestos y pidió: dos pulmones, un corazón de hierro y un cable con el que engancharse a la tierra y así poder respirar tranquilidad por unos minutos.
Cuando me lo encontré tirado en la puerta de su casa le di un puntapié, sobresaltado clavó su mirada en mí y dijo: “Estaba dormido. Soñando con una chica preciosa. La habría atrapado si no hubieses despertado”. Al instante, volvió a caer en un profundo sueño del que se despertó tres veces seguidas para acabar totalmente frito al final de día.

Aquella noche nos abandonamos sobre un suelo pintado con hojas secas y sexo pero la calma no hizo acto de presencia.
A la mañana siguiente, el viento arrasó con todo. Nos quedó el dolor de las jornadas de 12 horas y el susurro de las chicas de las agencias. Ellas siempre tuvieron tiempo para nosotros.

4 comentarios:

nacho dijo...

Como de costumbre críptico y evocador. Todo un acierto lírico.

Enhorabuena, muy buen escrito. Espero próximas entregas.

Abrazos.

Anónimo dijo...

Sorprendente sin perder ningún tono desgarrador habitual. Coincido con el colega, buen escrito.

Sergio dijo...

Me alegra que gusten estos estraños retratos.

Habrá más.

Nos vemos.

Muchacho_Electrico dijo...

Si el personaseje hubiese muerto al final del relato habría una gran similitud con las últimas horas en el reino de los vivos de Enrique Urquijo