lunes, julio 20, 2009
En el ángulo muerto Vol. 24
Ruidos
Raúl se asomó a la ventana, el último estallido había hecho vibrar toda la habitación. Cristales, y demás los objetos que había en estanterías y repisas se movieron. Miró al exterior y no fue capaz de distinguir nada, las calles se habían sumido en la oscuridad, todo el sistema de alumbrado había dejado de funcionar. Se fijó en que sólo afectaba a su zona, unas manzanas más lejos salía el resplandor de la luz artificial. Estaba alarmado, no le gustaba la situación y, extrañamente, no se observaba, ni se oía nada fuera.
Ana volvió aseada, se había recogido el pelo y vestía con una especie de mono de trabajo. Tiró otra prenda igual a Raúl. – Póntelo, lo vas a necesitar. – Dijo imperativa.
- ¿Para qué voy a necesitar cambiarme?
- Lo necesitas encima de tu ropa, tenemos que huir y quiero mantener la ropa de calle limpia. No sabemos cuándo tendremos que pasar desapercibidos. – Raúl no parecía atender, estaba mirando al exterior.
- He visto a alguien. – Dijo. – Algo se movió en la esquina, una persona está agazapada y lleva un buen rato para moverse.
- Están buscándonos.
- Yo no he hecho nada por lo que deba huir.
- No seas ingenuo, primero dispararán y luego preguntarán.
- Pero yo no he hecho nada.
- Estás conmigo, y eso ya es suficiente. No tenemos tiempo, si quieres vivir debes venir conmigo. – Raúl se quedó mirando a Ana, lejano, como extrañado en la escena que era su propia vida. - ¡Date prisa! – Gritó Ana.
Como si un resorte se hubiese disparado en su interior se puso la ropa que le había entregado sobre la suya, prácticamente no era capaz de ver nada en la penumbra que inundaba el apartamento. – No te muevas. – Susurró Ana. Sacó de la parte trasera de su pantalón una pistola, con un gesto hizo que Raúl retrocediese, se acercó a la puerta y acercó la oreja para tratar de escuchar algo. – Seguro que ya están aquí. Haz lo que te diga cuando te lo diga, y no abras la boca para nada. – Raúl asintió, nunca se hubiese imaginado a su antigua novia como una especie de militar capaz de manejar una situación semejante. Abrió la puerta muy lentamente, prácticamente sin hacer ningún sonido. Después de observar unos instantes, sacó de su mochila una linterna. Salió al exterior pero no encendió la luz, avanzó a oscuras mientras Raúl esperaba en el interior con un temblor que recorría todo su cuerpo. Ana asomó su cabeza. – Vamos, sígueme.
Bajaron las escaleras en silencio, avanzaban lentamente y tomando todo tipo de precauciones, escudriñaban con la linterna todos los recodos. Con movimientos enérgicos indicaba a Raúl que hacer, cuando debía parar o cuando debía avanzar. Todo estaba sumido en la más profunda oscuridad y ningún sonido salía a través de las entradas de los apartamentos por los que pasaban, cada crujido o pisada parecía resonar en el enorme bloque de apartamentos. Ana se asomó por una de las ventanas del pasillo que atravesaban, la abrió y e hizo gestos para que le siguiese. Se colgó del alféizar y saltó sobre unas bolsas de basura y montones de cartones que había en la calle, Raúl se detuvo a estudiar la altura. No era capaz de descolgarse al exterior y dejarse caer, era demasiado para él, abajo Ana hacía aspavientos para que se arrojase al vacío. Raúl sacó una pierna, se quedó de rodillas sujetándose con firmeza a los marcos de la ventana. En el pasillo sonaron unos pasos, miró hacía las escaleras que daban a la entrada y vio un militar que avanzaba acuclillado. En cuanto lo vio se dejó caer, ni siquiera escuchó al soldado que le gritaba mientras disparaba en su dirección. Aterrizó sobre las bolsas, Ana lo recogió y corrieron hacia la noche. Por donde habían bajado asomó el militar que abrió fuego hacia las sombras que vio desaparecer en la oscuridad.
Nacho Valdés
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5 comentarios:
Madre mía, el realto va tomando más vida y comienza una interesante perescución, estoy super intrigada!!!!!!!!!!!Un besazo.
Laura.
Yo soy así, los realtos y las perescuciones son mi especialidad.
Muchos besos.
s1 3s v3rd4d, 3l r34lt0 c0g3 f53rz4 p0r m0m3nt0s, m5y 1nt3r3s4nt3.
Es muy bueno, espero que haya segunda parte.
Adrian
Vaya! No me había dado cuanta de que era tan largo, lo leeré.
Ya te criticaré en otro momento jaja.
Adrián Tramoyeres
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