jueves, julio 02, 2009

Confesiones del Comandante Stratocaster Vol. 34

Como ligar en los ’60 – Capitulo 2

Una vez aclarado que jamás debía parecer que se buscaba ligue, lo siguiente más importante que había que hacer era, obviamente, buscar ligue.

Hay que distinguir entre los distintos terrenos de batalla que se podían presentar, ya que cada cual exigía tácticas diferentes. Así, por ejemplo, podemos tener el Ligue de Campo Abierto, especialidad difícil que se practicaba antes de tener edad para entrar en las discotecas. Más tarde ya se entraba en el Ligue de Barra, apropiado para lugares cerrados y de poca visibilidad. Entremedias entre uno y otro nos encontramos con el Ligue de Guateque que tuvo su época dorada más o menos por mitad de los ’60.

El más arriesgado, sin duda, era el de Campo Abierto y hay que decir que, aunque conocí a especialistas que realizaban verdaderas obras de arte, la tasa de fracasos era muy alta.

Mucho más agradecido era el Ligue de Barra, sobre todo porque, consecuentemente con la primera regla, lo que más se hacía era tomar copas con los amigos y pasárselo bien. Al tiempo que se mantenía la conversación y con una frecuencia que no te delatara, había que dar un amplio giro visual a la sala y comprobar el “statu quo”. Si se localizaba un statu quo interesante, entonces había que fijar la presa, cosa que no consistía más que en insistir hasta que se estableciera un contacto visual directo. Jamás se debía abrir la descubierta sin que ese contacto visual fuera mínimamente esperanzador.

¿En qué consiste un contacto visual esperanzador? No hay una regla fija. En los casos claros podríamos decir que una sonrisa, pero eso casi nunca ocurría, entre otras razones porque las chicas estaban aún más obligadas que los chicos a no parecer que buscaban ligue. Pero las miradas hablan por sí mismas. No es lo mismo un cruce de miradas casual que un cruce de miradas con un milisegundo de pausa. Los milisegundos son eternos cuando se está suficientemente despierto.

Mientras tanto, una Tina Turner que hoy creeríamos irreconocible, cantaba con su marido que, además del apellido, dicen que le dejó algún otro recuerdo….

1 comentario:

Nacho dijo...

Increíble documento con tintes épicos... muy didáctico.

Por otro lado, muy buen tema de Tina.

Besos.