Negocios lícitos
La población no recuperó el pulso hasta que pasó un tiempo
considerable, la vida parecía haberse apagado repentinamente y las calles
dejaron de bullir de actividad comercial y gente paseando. Existía un profundo
temor e incluso hubo familias enteras que abandonaron la región aunque, como es
habitual en este tipo de situaciones, siempre había alguno dispuesto a ocupar
el espacio que quedaba vacante.
Tommaso seguía haciendo valer su ley, recibía ingresos de
todos los negocios y transacciones que se producían y si alguien intentaba
evitar el pago era duramente reprimido. Uno de estos era Domenico, se había
levantado contra la situación de manera silenciosa, ni tan siquiera lo había
comentado con su mujer ni con su hijo que trabajaba con él. Simplemente se negó
a pagar, todos los días acudía a su carnicería, despedazaba las reses que
llegaban y despachaba intentando prosperar en esa zona rural. Nadie parecía reparar
en él y, de hecho, era una persona respetada que siempre era bien recibida en
la tertulia de la cantina. Fue de los pocos que continuó acudiendo a tomar un
vino después de la jornada laboral tras los aciagos acontecimientos que se
habían producido. Sabía que su suerte no podía durar demasiado y que en cuanto
se tranquilizase el ambiente volverían a reclamarle el fruto de su esfuerzo,
aún así no tenía miedo, tenía la extraña convicción de que su modo de vida
humilde y honrado le conduciría de manera natural a alguna solución en la que
no se incluyese la violencia.
Sin embargo, Taormina se había convertido en un lugar ajeno
a la justicia que Domenico consideraba universal. El día en que apareció
Giordano por la puerta tuvo claro que tendría que hacer frente a la realidad
que venía fraguándose desde tiempo atrás. El sicario, que había alcanzado
cierto estatus tras recibir uno de los disparos que iban dedicados a Tommaso,
esperó pacientemente hasta que el negocio se vació y cerró la puerta a su paso
con el pestillo. El carnicero hizo caso omiso a la provocación y, después de
dejar la macheta y lo que estaba haciendo, salió del mostrador y volvió a abrir
su tienda. Aunque solo habían transcurrido escasos minutos, la mitad del pueblo
ya sabía que se trataba de una persona más muerta que viva y las calles habían
comenzado a vaciarse ante la posibilidad de recibir una bala perdida. Giordano,
que en ese instante vio como su autoridad era socavada de manera fragrante, se
acercó a la caja registradora y
abriéndola con violencia comenzó a llenar sus bolsillos con la escasa
recaudación que se había conseguido durante la jornada. Ese fue el día en el
que recibió su apodo del Tres dedos, cuando quiso darse la vuelta para amenazar
a Domenico la macheta de éste ya volaba desde el cordero que despedazaba hasta
la mano que el intruso había apoyado en el tablero que hacía las veces de
mostrador. El meñique y el anular se quedaron sobre la madera y así la mano de
Giordano quedó mutilada para siempre. Comentan que el carnicero tenía una
habilidad especial con sus cuchillos y que nunca erraba un golpe por lo que se
consideraba que fue magnánimo al dejarle la extremidad utilizable, otros
comentaron que simplemente se trató de un error de cálculo por la tensión que
estaba produciéndose. Más allá de cualquier consideración, la realidad es que
el intruso fue expulsado a empellones mientras sus dedos reposaban en la tienda
del carnicero.
Como si nada hubiese sucedido, Domenico echó los restos
humanos con los desechos de casquería y continuó trabajando con normalidad. El
otro salió maldiciendo y procurando frenar la hemorragia mientras soltaba
amenazas y exabruptos que hicieron temblar a todos salvo al carnicero que se
mantenía ocupado preparando la carne para el siguiente cliente. Nadie en Taormina dio una lira por su vida, todos
sabían que era un cadáver animado pero, sin embargo, aunque todos le conocían,
nadie hizo nada por evitar el triste final que sabían que se avecinaba. Se
limitaron a cerrar sus puertas y a mirar por la ventana mientras la macheta
caía una y otra vez sobre las piezas que preparaba para vender.
Nacho Valdés
1 comentario:
Domenico en realidad debe ser Clark Kent...
Publicar un comentario