Definitivo
Le pidió al comisario que se sentase en el asiento del
piloto, él iría detrás encañonándole con su pistola y, de esta manera, tendría
la situación controlada. Al menos era lo que creía pero estaba lejos de poder contenerse
pues el temblor de sus manos se hacía ostensible en el cañón de metal que no
cesaba de oscilar. Cogió el tabaco de su superior y se puso a fumar, desde que
se había visto inmerso en la investigación que había arruinado su vida era algo
que le aliviaba en sobremanera; expulsar el humo con parsimonia y dejar que se
elevase le provocaba uno de los pocos placeres de los que podía disfrutar.
-
No sé qué le ha pasado Vázquez pero seguro que
podemos llegar a entendernos. ¿Necesita que le aclare algo? – Dijo el comisario
con un tono impostado de tranquilidad.
-
No necesito nada, simplemente siga mis
indicaciones –cortó con tono severo el detective-. Además, será mejor que no
diga nada más si no quiere que le descerraje un tiro aquí mismo.
-
Pero –titubeó el otro-, no cree que sería mejor
que encontrásemos una salida para este lío en el que se está metiendo.
-
Lo mejor será que se mantenga callado, no tengo
más que apretar el gatillo y esparcir su cabeza por el coche. ¿Me ha entendido?
– Mientras hablaba le acariciaba con la punta de la pistola para que sintiese
el acero rozándole. El otro no dijo nada, siguió conduciendo por donde le
indicaba su antiguo subalterno.
Al cabo, abandonaron el centro y se dirigieron hacia las
afueras de la ciudad. El comisario aparentaba reposo pero en su interior bullía la más primitiva de las emociones: el
miedo. Y, de alguna manera, ese terror iba alimentando a Vázquez que a cada
segundo se sentía más seguro en sus acciones. Siguieron avanzando entre los
vehículos que discurrían hacia las afueras con trabajadores que acudían en
manada a sus puestos, mientras que en el interior del vehículo solo se
escuchaba el rumor de la radio que había dejado conectada el detective a un
volumen prácticamente inaudible. Después de avanzar por una de las radiales
tomaron un desvío que les llevó, tras atravesar una zona de chabolas, a una
antigua fábrica de ladrillos que llevaba mucho tiempo desvencijada y
abandonada. El hombre que conducía se dejaba llevar mansamente sin aparentar
demasiado nerviosismo, daba la impresión de saber algo que le ofrecía cierta
seguridad. El otro, sin embargo, exteriorizaba su nerviosismo y parecía
sentirse acorralado por alguna amenaza indeterminada.
Después de aparcar cerca del edificio principal se
introdujeron en una de las naves repletas de escombros y suciedad, avanzaron
evitando los obstáculos entre muros repletos de pintadas. Vázquez se detuvo en
un claro formado entre los desperdicios y exigió al comisario que se
arrodillase; obedeció sin rechistar
aunque su expresión ya mostraba el pánico del que intuye lo que va a suceder,
su labio inferior vibraba sin control.
-
¿Estás seguro de lo que vas a hacer? Nos
conocemos desde hace demasiado tiempo como para que no me des al menos una explicación
de lo que ha sucedido – había cambiado la manera de dirigirse a Vázquez
intentando aparentar cierta cercanía -.
-
Estás en la lista, llevas todo este tiempo
alejándome de mi investigación.- El detective pronunció esto sin emoción, como
si fuese un autómata. Mientras le encañonaba directamente en la cabeza.
-
¿De qué lista me estás hablando? – Respondió
desesperado el comisario.
-
De ésta – le plantó el papel delante de las
narices -, estás metido hasta el culo.
-
Pero, ¿vas a hacer caso de un papelucho de
mierda? ¿Me vas a matar por eso?
-
Esto ha salido de las manos de don Manuel…
-
Escúchame bien – interrumpió el comisario -, esto
podemos arreglarlo civilizadamente. Tengo dinero, puedo…
El sonido del disparo inundó la nave y una pequeña bandada
de palomas remontó el vuelo asustada, el cuerpo del comisario tardó unos
instantes en caer aterrizando como si se tratase de un saco de harina. Vázquez
le miró durante un instante y después enfundó el arma y volvió al vehículo.
Nacho Valdés
1 comentario:
Me da que esto es un final, pero nunca se sabe, después de tantas semanas...
Publicar un comentario