jueves, mayo 17, 2012

Vida de Suso (Vol. 5) Rescates


Hoy bajo a la calle como cada mañana a la misma hora pero no todo es igual que siempre. Alguien ha pintado en la pared de ladrillos de enfrente de casa una frase con letras grandes y doradas que reza:”Olvidar un amor es como atravesar el desierto”.
Me quedo parado mirando aquella espontánea expresión de humanidad y durante unos minutos repaso mentalmente rostros a los que ese pensamiento haría justicia. Lo cierto es que no me lleva demasiado tiempo. Doblo la esquina no sin antes lanzar una última mirada a la pared pintada: ¡Qué estupidez¡ pienso.
Enfilo la calle Carteros, que a esas horas de la mañana se asemeja a una gran estampida en la selva, y busco sitio estratégico para poder pillar el primer bus sin problemas. Una vez instalado, veo como la ciudad se va abriendo ante mí como una gran boca de hierro tras la ventana del autobús. Una chica joven, morena y hermosa corre tras su pequeño perro que parece esconder alguna misión importante, dos ancianos miran desde los bancos de piedra como la generosa anatomía de esa belleza desafía cualquier verdad gravitatoria, los coches usan el estridente sonido de sus pitos para alentar a los peatones a cruzar más rápidamente, dos chicos en bici están apunto de estrellarse pero en el último momento uno de ellos realiza una maniobra eficaz que evita el golpe, se miran y sonríen. Ha estado cerca.
Una chica ha subido al autobús y reparte periódicos gratuitos. Me hago con uno y una corriente eléctrica sacude mi esqueleto cuando en la última página del diario y encuadrada en una pequeña pestaña viene la noticia de que Elliot Smith se ha suicidado esta madrugada clavándose un cuchillo en el pecho. Lo Visualizo claramente en su casa sangrando. En ese momento cierro los ojos y confecciono mentalmente una lista de músicos muertos. Esta vez me lleva más tiempo que antes.
Llegando a la parada me da por pensar en por qué todo lo que me emociona está tan lejos de mi y en cómo es posible que siga cada día dejando pasar la oportunidad de cambiar, salir y ser otro. Llego a la conclusión de que mi fuerza de voluntad tiene la misma intensidad que un motor roto y que quizá es la hora de buscar a alguien que me de un empujón pues cada día resulta más evidente que nada saldrá de mí.
Llego al trabajo pero no hay nadie en las oficinas. Me dice el conserje que los jefes están probando un nuevo sistema de reunión más moderno y efectivo y que todo el mundo está reunido en la azotea. Me dirijo al ascensor e intento evitar un ataque de pánico al ver como mis pies se alejan y alejan del suelo. Todos están allí y cuando salgo por la puerta vuelven sus caras. El jefe de sección mira su reloj y acto seguido vuelve a clavar sus ojos en mí. Le evito.
El día pasa rápido ayudado por el café y varias aspirinas. Vuelvo a casa que sigue vacía y tan muerta como la dejé esta mañana. Abro una cerveza y busco algún disco de Elliot Smith. Me siento a escucharle. Pienso en cómo llegó el bueno de Elliot a ese estado pero al mirar a la cocina y ver los cuchillos me doy cuenta de que cualquiera puede hacerlo y que en todas las casas hay algo esperando para prenderse fuego.
No quiero acabar así murmuro. Cojo el teléfono y llamo a Elia. Me dice que le apetece mucho venir a verme. Estoy a punto de dejar escapar de mi boca un desangelado “sálvame Elia”. Sin embargo al colgar el teléfono solo un pensamiento llena mi cabeza: “Olvidar un amor es como atravesar el desierto”.

3 comentarios:

Muchacho_Electrico dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Muchacho_Electrico dijo...

Suso me conmueve con cada palabra que leo de él. Todos en algún momento de nuestras vidas hemos vivido y sentido situaciones similares.
Larga vida a Suso y a los músicos con alma que nos emocionan.
Saludos eléctricos

Nacho dijo...

Muy bueno. Pura introspección psicológica con un poco de antropología social...

Enhorabuena por la vida que le das a Suso.

Abrazos.