lunes, enero 25, 2010

En el ángulo muerto Vol. 44


¿Sube?

Su mano, rematada en unas garras tintadas de rojo, se interpone en la puerta, reconozco inmediatamente el enorme anillo de bisutería barata. Es la vieja del quinto. - ¿Sube? – pregunto. Ni siquiera contesta, me lanza una mirada tras sus gafas de sol que parece decir: “¿No es evidente que subo, imbécil?
Aprieto el botón de mi piso, que ella presione el suyo, ya estoy bastante harto de sus faltas de educación. Me pega un ligero codazo para acceder al panel, suspiro profundamente y los pulmones se me llenan del infernal olor proveniente de su especie de tupé cargado de laca perfumada. Despide una fragancia terrible, casi hipnótica en la que se mezcla senectud, mal gusto y un tufillo a ranciedad insoportable.
El ascenso es terriblemente lento, ella se baja en el piso anterior, vive justo debajo de mí. No deja de observarme tras sus cristales ahumados, parece estar escudriñando los secretos de mi alma, robándome mi aliento vital para devorarlo en el infierno. Viste con zapato bajo, supongo que considerara mi altura como descocada, ni tan siquiera me llega al hombro. Hay cierta perversión en su estatura, parece anclada en un mundo infantil salido de una pesadilla, de un mal sueño que me persigue. A veces me pregunto si esta mujer espera mi llegada para subir a su casa, si su única misión en la vida es hostigarme y ponerme nervioso.
Da igual, decido evadirme, controlo el ascenso vigilando los números digitales que a un ritmo tremendamente cansino van progresando poco a poco. No puedo, siento su mirada clavada en mí, parece que está indagando en mi interior. Comienzo a traspirar, la fragancia me sofoca, creo que me mareo, que estoy a punto de desmayarme. El ascensor da la impresión de un terrible sarcófago del que no podré salir, una tumba metálica de luces tintineantes que me recluirá con esta terrible mujer. Le echo una mirada que, por la expresión que la señora me devuelve, debe ser la más estúpida del mundo. Me observa con desdén, como deseando que sufra una lipotimia o algo peor. Me falta el aire, respiro con dificultad. Me sujeto el pecho con una mano, el corazón se me antoja desbocado, creo intuir una sonrisa en la comisura de sus labios. El estampado de leopardo de sus zapatos me confunde, produce que tampoco pueda dirigir la mirada hacia el suelo. Su abrigo de pelo me parece también desagradable, el conjunto no puede ser más horrible. Su cuerpo amorfo forma una especie de burbuja con su pecho hinchado y sus ridículas piernas esqueléticas, sufro una arcada.
Un piso más, no me queda nada, ¿podré aguantar? El ascensor se para un momento imperceptible que da la impresión de ser infinito, rezo por no quedarme encerrado, lo más probable es que uno de los dos acabase muerto; sospecho que sería yo el cadáver. Las puertas metálicas comienzan a abrirse, entra aire puro y la luminosidad del descansillo. Salgo de un salto, tropezando y haciendo aspavientos, tengo la sensación de haber sobrevivido a una experiencia límite. Tomo una bocanada y tengo el valor de volverme hacia las puertas que comienzan a cerrarse, tengo una última imagen de la terrible mujer que me atosiga y persigue, su rostro muestra una amplia sonrisa que no tiene sonrojo de revelar abiertamente.
Esa última imagen me perseguirá lo que resta de día, espero que no me acompañe también en mis sueños. Tengo miedo, mucho miedo.

Nacho Valdés

10 comentarios:

Giorgio dijo...

¡¡¡¡Buenísimo!!!!
Me ha pasado bastantes veces, y cada vez que me ocurre, me limito a intentar sujetar mi arcada.
En efecto, no hay nada peor que la laca, ese aroma rancio y austero que envenena tu pituitaria para provocar un estado de trance sobre humano.
En fin, queridas y odiadas viejas vecinas.

Abrazos.

raposu dijo...

Me ha encantado, el relato me ha llevado con él y he estado en ese ascensor. También me ha sorprendido cómo se puede hacer una buena historia de algo tan cotidiano y breve.

Enhorabuena.

Por cierto, algo me dice que cualquier parecido con la realidad tampoco es casualidad en esta ocasión.

Sergio dijo...

Últimamente parece que tu realidad más próxima te sirve de total inspiración...
Me ha gustado mucho, como dice el Comandante yo también he estado en ese ascensor deseando acabar con todo.

Saludos

laura dijo...

Me ha parecido super gracioso y una gran matáfora de una situación que por otra parte y como bien dicen todos, ¿a quién no le ha pasado alguna vez?Un beso, cariño.
Laura.

Sergio dijo...

"matáfora" es un asesinato en un foro de internet

paco albert dijo...

Y "asesinato" también es una metáfora en cierto foro de Picassent.

Muy inquietante. Muy bueno, máster.

Muchacho_Electrico dijo...

En relación a tu relato, el otro dia me preguntaba un amigo que canción creia que debia sonar en los ascensores, en el tuyo lo tengo claro, tendría que ser "Highway to hell"

laura dijo...

Grrrrrrr

Sr. Amarillo dijo...

Hola a todos los Hungry hearts!! Hacía tiempo que no me pasaba por aquí pero reivindico mi existencia para deciros que vuestro Blog sigue interesandome y gustandome.

En cuanto al texto de Nacho coincido con el resto: Mola un montón y además esta escrito con ese toque de humor que Nacho sabe darle a sus textos (cuando lo requiere claro esta)

Un saludo coleguillas!!

Sergio dijo...

!!!!!Mister Yellow man ¡¡¡¡¡¡ que sorpresa agrdable verle por aquí. Celebramos su regreso.