jueves, abril 16, 2009
En el ángulo muerto Vol. 11
El túnel
- Soy el mejor, el puto amo. – Butch se repetía a gritos estas palabras frente al espejo rajado del vestuario.
Antes de entrar en combate le gustaba estar solo, luchando contra sus demonios. Vociferaba, golpeaba las paredes y las taquillas. Quería entrar en calor antes de ver a su adversario, antes de mirarle a los ojos y saber de qué pasta estaba hecho. El vendaje de las manos ya estaba blando, su experiencia le dictaba que era mejor tener algo de flexibilidad en los dedos, no convenía tenerlos rígidos dentro de los guantes.
- Tenemos que entrar. – Joey había asomado por la puerta, tras los años que habían pasado juntos prefería dejarle en solitario y esperar en el exterior del vestuario.
- Dame un segundo. – Respondió el boxeador mandando una última ráfaga de puñetazos al aire.
- Déjame que te ayude con los guantes.
- Vale, pero enciéndeme un cigarro. – El preparador sacó un pitillo del paquete que estaba sobre la camilla y tras acercar el mechero dio una profunda calada, después se lo puso Butch entre los labios.
- Sabes que antes de un combate no es lo mejor fumar. He visto al tipo al que tienes que enfrentarte esta noche y es un animal, vas a necesitar emplearte a fondo si quieres salir por tu propio pie de aquí.
- No te preocupes, seguro me las he visto peores. – Butch no dejaba de lanzar los puños mientras hablaba, el humo se le metía en los ojos pero no parecía inmutarse.
- No tengo la menor duda de lo que dices, pero tenías unos cuantos años menos.
- ¿Cuánto tiempo llevamos juntos?
- Pues no lo sé. ¿Más de treinta años?
- Entonces ya sabes lo que tienes que hacer. Cállate la boca y no me sermonees. Si yo soy viejo, tú lo eres más, así que ayúdame y cierra el pico.
- Si no fuésemos amigos te partiría la nariz. Acércame las manos.
Butch estiró las manos vendadas, el preparador comenzó a calzar los guantes de boxeo. Al final del proceso los puños parecían unos bloques compactos, como piedras que iban a ser lanzadas a la cara de otro hombre. El púgil escupió el cigarro. A la luz de la única bombilla de la habitación parecía un guerrero caduco, una vieja sombra de lo que había sido. Todo el conjunto; el desvencijado mobiliario, las paredes con manchas y los dos compañeros daban una sensación de caducidad y abandono, algo así como un mueble viejo tirado en la calle esperando que alguien lo recoja para darle una nueva vida.
- ¿Me podrías hacer otro favor?
- ¿Qué quieres ahora? – Respondió el preparador a sabiendas que haría cualquier cosa que le pidiese.
- ¿Sabes que este es nuestro último combate?
- Desde luego, qué es lo que pretendes decirme.
- ¿Sabes que después de esta noche no volveremos a vernos?
- ¿Por qué?
- Constanza. – Joey bajó la vista comprendiendo perfectamente lo que quería decirle.
- Quiero que cojas todo lo que saques con la apuesta…
- ¿Y si pierdes? – Interrumpió Joey.
- No voy a perder.
- Tú no has visto lo que te espera esta noche. Sé que le va a costar, pero va a hacerte puré.
- Menuda mierda de preparador estás hecho, así es como me ayudas a ganar mis combates.
- Hace mucho que nos conocemos y sé de lo que eres capaz, y lo que tienes por delante no vas a poder de superarlo. ¿por qué no haces lo que te ha pedido Constanza?
- Ya es demasiado tarde, he apostado todo lo que tenía por mí.
- Eres un imbécil. – Respondió el preparador con resignación.
- Lo que quiero es que cuando gane el combate vayas corriendo a cobrar todo el dinero que tienen que darte. Después quiero que cojas lo que te debo y lo que consideres por justicia que te corresponde y, después, quiero que le lleves a Laurie todo lo que sobre.
- Eso está hecho. Pero te pongo una condición. Si como creo ese tipo te destroza, tiro la toalla y acabo con la carnicería que se avecina.
- Trato hecho. Si a alguien va a hacerle falta parar el combate va a ser al pobre diablo que se me va a poner por delante.
Butch saltó de la camilla y se dedicó una última mirada en el espejo. Su reflejo le devolvió una cara destrozada, plagada de cicatrices, con la nariz aplastada y los ojos enrojecidos. Estaba eufórico, siempre le pasaba antes de salir por el túnel que llevaba hasta el ring. Lanzó unos últimos puñetazos antes de salir, cuando atravesó la puerta ya podía oír la música que antecedía desde hacía años a su aparición. Dio un grito desgarrado y con el gesto furioso hizo una seña para que le colocasen la capucha del albornoz, el pasillo oscuro terminaba en un resplandor plagado por los gritos del público y por la sed de sangre de todos los que se encontraban en el pabellón. Buth bajó la vista y se dirigió hacia ellos, quería darles lo que habían ido a buscar esa noche.
Nacho Valdés
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5 comentarios:
Me incluyo entre el público.
Empiezo a sentir curiosidad...
un abrazo.
Cada vez más interesante, ansío ver el resultado del combate.
Coincido, la historia está realmente interesante.
Tu estilo de escritura muy diferente a lo habitual hasta ahora, más diálogos y un enfoque más cinematográfico en lugar de introspectivo. Creo que es el camino.
Hay luz al final de túnel. El campeón está dispuesto a todo. Confío en los puños de fuego de Bucth cómo la única verdad absoluta. Hay veces que el camino al ring está sembrado de espinas,de golpes secos y sonidos de huesos rotos. Sin embargo, es ahi dónde bailan los bandidos, los olvidados, los corazones hambrientos. Esa es la verdadera victoria. No importa el destino sino el camino hasta él.
Felicidades me ha gustado mucho. Ya volví, nos vemos pronto..
Muy bueno
Una modalidad discursiva fluida y fácil (qué complicado es hacer que las cosas parezcan fáciles) perfectamente adaptada a su exigencia temática. Pero me gusta, me gusta mucho, esta fluidez sin abrojos que hace correr el texto sin esfuerzo, con total naturalidad. Marca de maestría.
Y además la trama está llena de un interés bien justificado por la correcta dosificación de la intriga...¡queremos más!
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