lunes, febrero 16, 2009

En el ángulo muerto Vol. 3


Ciudad quemada


Hacía años que no entraba a las torres aunque todos los días las veía al ir al trabajo, impertérritas y orgullosas ante el barrio viejo que se rendía frente a ellas. Se habían convertido en parte del mobiliario, en un elemento más al que no se le prestaba atención por ser de sobra conocido. Cuando era pequeño sí que me trasmitían emociones, pero habían perdido la magia para mí, no me decían nada. Eran dos monolitos insulsos a los que ignorar.

Ese día decidí subir de nuevo, el acceso era gratuito y de forma milagrosa había una plaza de aparcamiento que me invitaba a estacionar y tomarme unos minutos antes de llegar a casa. Ascendí los escalones pesadamente, me acodé en la almena más alta y encendí un cigarro. El viento me azotaba pero no me importaba, tenía la impresión de haber consumido varias vidas desde la última vez que me sentí tan libre. Agoté el pitillo rápidamente y saqué otro sin dar tiempo a que el anterior alcanzase el suelo, disfrutaba sin reparar en que comenzaba a anochecer.

Estaba solo, nadie más se había acercado esa tarde ventosa a ver la ciudad. Frente a mí se abría el horizonte urbano que tantas veces había recorrido sin reparar en su belleza, en su perfecta organización geométrica que se traducía en callejuelas enrevesadas y complicadas. La gente no reparaba en mí, esto me hacia sentir cercano al observador de la ventana indiscreta, a ese ojo oculto que todo alcanza. Me sentía pleno, el aire me golpeaba y despeinaba los cuatro pelos que me quedaban, yo intentaba controlarlos con la palma de la mano pero se escurrían en todas direcciones.

Se hizo de noche y el pulso de la ciudad parecía cambiar al ritmo de la iluminación. Durante unos veinte minutos las calles quedaron desiertas, en cambio las ventanas comenzaron a resplandecer. La vida recogida, ajena al espectáculo de las arterias del casco viejo se abría paso. Las mujeres que arrastraban las compras, los niños que jugaban en las aceras y los ancianos que esperaban la muerte en los bancos de la plaza desaparecieron. Sólo las corrientes embotelladas entre los edificios arrastraban los restos de la jornada, plásticos y papeles volaban sin que nadie salvo yo reparase en ellos y en el espectáculo que conformaban sus piruetas en el vacío.

Las farolas se encendieron al unísono, tras un leve parpadeo y unos instantes para calentarse, toda la geometría que quedaba delante de mí se iluminó con el tono amarillento que confiere la luz artificial. Al amparo, como animales al acecho salían de sus refugios diurnos todos los que vivían por la noche. Jóvenes, viejos borrachos y lo que parecían prostitutas comenzaban a dotar de vida lo que se había quedado yermo unos instantes antes. Los comercios cerrados con sus cierres metálicos contrastaban con los neones coloridos de los tugurios que abrían sus puertas cuando caían las sombras. Volvía el espectáculo, este de signo distinto, pero tan interesante y lleno de vida como el anterior.

Nacho Valdés

12 comentarios:

raposu dijo...

Bonito, muy gráfico. Muy bien escrito.

Sergio dijo...

Pinta muy bien este "realto". Me gustan especialmente partes como la de "Los comercios cerrados con sus cierres metálicos contrastaban con los neones coloridos de los tugurios que abrían sus puertas cuando caían las sombras".
Creo que hay un salto grande en cuanto a lo estilístico y todo parece indicar ( a falta del desenlace)que formará parte de esos "realtos" que permanecen, juegan y trascienden más allá del papel.
En fin, ansiosa me quedo de más.

Nacho dijo...

Gracias por las críticas amigo, la semana que viene tendremos desenlace de este 'realto' y espero que no os decepcione.

Besos.

Anónimo dijo...

Comparto las opiniones del resto del público. Muy buena pinta tiene ésto al que no le falta una gran descripción de los pequeños detalles.

Oscar dijo...

Grande.

Nacho dijo...

Yo no soy "tomto", eso lo será Sergio, que yo no sé ni siquiera lo que es.

Muchacho_Electrico dijo...

Querido Nacho
Gran "realto", me ha gustado mucho, tambien espero el desenlace con ansiedad. Tiene la virtud de transportarnos al lugar de los hechos que relatas y que nos haga sentir protagonistas del momento vivido.
Un abrazo muy fuerte
Por cierto, yo tampoco soy "TOMTO"

raposu dijo...

Tomto...¿Navigator?

Oscar dijo...

TomTom Go

Anónimo dijo...

Ya tiene mérito un post tan descriptivo, por lo general suelen ser los más complicados.

Es bonita esa metáfora de "ciudad quemada" especialmente cuando la acompañas con una foto tan apropiada.

Por cierto, te he dejado un mensaje en el feisbú, no te preocupes, es el último. De ahora en adelante ya nos veremos por aquí ;)

Cuídate

Sara

Nacho dijo...

Pues bienvenida a los corazones hambrientos, me alegra verte por aquí.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Bueno, bueno, aunque no siempre deje comentarios, voy leyendo todo lo que vais publicando, y he de decir que cada vez me gustan más tus "realtos". Me ha encantado el estilo.
Una reflexión: de la forma en que te has referido a las Torres, ¿no escierto que con algunas de las personas más cercanas a nosotros, muchas veces nos comportamos así, sabemos que están ahí pero no les prestamos la atención que se merecen?