En descomposición
La semana pasada tuvimos la desgracia de sufrir en España uno de los peores accidentes aéreos de los últimos años. Desde mi punto de vista, la actuación de los medios informativos ha sido más que cuestionable. El motivo de este juicio que emito se basa en varios puntos que considero se han abordado de un modo equivocado, aunque en este tipo de situaciones suele ser el modus operandi de los periodistas.
Por un lado, tenemos al informador cuyo cometido no es otro que hacernos llegar los datos que requerimos. En un primer momento, cuando la confusión campa a sus anchas, la labor de los medios se hace imprescindible para poner orden a las informaciones contradictorias que nos bombardean. Pero es en este instante cuando el periodismo hace patente su particular forma de actuar, es decir, se trata de personas que deben sacrificar su moralidad en pos de la noticia. Periodistas, que con toda seguridad, no hacen otra cosa que estorbar a víctimas y a equipos de auxilio por conseguir los testimonios que nos van a hacer llegar. Se necesita ser de una pasta especial para lograr mantenerse al margen del desastre y sacar una crónica. Hasta este punto estamos más o menos de acuerdo, necesitamos estar al día de lo que sucede y alguien debe realizar esta ingrata labor.
Si este accidente hubiese sucedido en otra época del año no hubiese sido para tanto, la cosa estaría zanjada en un par de días y los allegados de las víctimas podrían recogerse en su pesar sin necesidad de que les recordasen a diario lo sucedido. Pero por desgracia para ellos, en verano la noticia más apasionante suele ser la invasión de medusas o la ola de calor de la que todos los años nos informan. Por este motivo, los hechos acaecidos se exprimen hasta la saciedad y las conjeturas y análisis no dejan de sucederse en un sin fin de especiales dedicados al tema en cuestión.
En un primer momento, se ofrecen los datos de una forma aséptica. Pero según se suceden las jornadas el tema se va volviendo cada vez más agrio y complejo, los periodistas comienzan a trabajar y el desastre comienza tomar forma mediante nombres propios. Lo que hasta hace unos momentos eran números, se convierten en familias o personas con sus historias de infortunio a sus espaldas. Este es el punto donde se complica el asunto, considero que se produce una presión innecesaria a familiares y conocidos. La prensa, ávida de este tipo de información emotiva, busca lograr aquellas reacciones que más nos atacan a la sensibilidad. Me parece especialmente desagradable ver por televisión como una anciana que ha perdido a gran parte de su familia se deshace en añicos ante las cámaras. ¿No se trata de algo innecesario? ¿No ahondan de forma gratuita en el dolor ajeno? A mí no me resultan imprescindibles este tipo de emisiones, considero que se trata de una superficialidad informativa que únicamente sirve para hacer más daño a todos aquellos que necesitan rehacer su vida lo antes posible. Se busca acceder a aquellos lugares confidenciales que considero que cada cual debe vivir en privado.
Otro paso más se produce cuando las imágenes que heroicamente fueron tomadas instantes después de este tipo de accidentes salen a la luz. Esos aguerridos reporteros que dejando a un lado sus escrúpulos consiguen hacerse un hueco en el desastre, disparan sus cámaras y nos ofrecen lo peor de este tipo de accidentes. Todos nos imaginamos como puede quedar un cuerpo tras un accidente aéreo. ¿Por qué nos lo muestran de forma explícita? ¿Por qué tras unos días de respeto comienzan a mostrar los aspectos más morbosos? Esto es lo que debería quedar oculto, ningún allegado a las víctimas está preparado para enfrentarse a este tipo de consecuencias. Seguro que a nadie que se haya visto afectado por una calamidad de esta magnitud le ayuda ver los restos de seres humanos que quedaron desperdigados por todas partes, considero que eso no hace más que ahondar en una herida reciente.
Al final todo se reduce a lo de siempre: no hay noticia, no hay dinero. Si falta información, se baja a las más bajas cloacas humanas para rebuscar entre los desperdicios. Se utiliza la sensiblería más ruin y toda treta es buena con el fin de vender más que los demás. En cuanto huele a cadáver, este hatajo de supuestos cronistas no duda en poner en la picota la cabeza de todos los que han sido golpeados por el accidente. Llegará un día en que las propias autopsias serán retransmitidas con gran éxito de audiencia. Tiempo al tiempo.
La semana pasada tuvimos la desgracia de sufrir en España uno de los peores accidentes aéreos de los últimos años. Desde mi punto de vista, la actuación de los medios informativos ha sido más que cuestionable. El motivo de este juicio que emito se basa en varios puntos que considero se han abordado de un modo equivocado, aunque en este tipo de situaciones suele ser el modus operandi de los periodistas.
Por un lado, tenemos al informador cuyo cometido no es otro que hacernos llegar los datos que requerimos. En un primer momento, cuando la confusión campa a sus anchas, la labor de los medios se hace imprescindible para poner orden a las informaciones contradictorias que nos bombardean. Pero es en este instante cuando el periodismo hace patente su particular forma de actuar, es decir, se trata de personas que deben sacrificar su moralidad en pos de la noticia. Periodistas, que con toda seguridad, no hacen otra cosa que estorbar a víctimas y a equipos de auxilio por conseguir los testimonios que nos van a hacer llegar. Se necesita ser de una pasta especial para lograr mantenerse al margen del desastre y sacar una crónica. Hasta este punto estamos más o menos de acuerdo, necesitamos estar al día de lo que sucede y alguien debe realizar esta ingrata labor.
Si este accidente hubiese sucedido en otra época del año no hubiese sido para tanto, la cosa estaría zanjada en un par de días y los allegados de las víctimas podrían recogerse en su pesar sin necesidad de que les recordasen a diario lo sucedido. Pero por desgracia para ellos, en verano la noticia más apasionante suele ser la invasión de medusas o la ola de calor de la que todos los años nos informan. Por este motivo, los hechos acaecidos se exprimen hasta la saciedad y las conjeturas y análisis no dejan de sucederse en un sin fin de especiales dedicados al tema en cuestión.
En un primer momento, se ofrecen los datos de una forma aséptica. Pero según se suceden las jornadas el tema se va volviendo cada vez más agrio y complejo, los periodistas comienzan a trabajar y el desastre comienza tomar forma mediante nombres propios. Lo que hasta hace unos momentos eran números, se convierten en familias o personas con sus historias de infortunio a sus espaldas. Este es el punto donde se complica el asunto, considero que se produce una presión innecesaria a familiares y conocidos. La prensa, ávida de este tipo de información emotiva, busca lograr aquellas reacciones que más nos atacan a la sensibilidad. Me parece especialmente desagradable ver por televisión como una anciana que ha perdido a gran parte de su familia se deshace en añicos ante las cámaras. ¿No se trata de algo innecesario? ¿No ahondan de forma gratuita en el dolor ajeno? A mí no me resultan imprescindibles este tipo de emisiones, considero que se trata de una superficialidad informativa que únicamente sirve para hacer más daño a todos aquellos que necesitan rehacer su vida lo antes posible. Se busca acceder a aquellos lugares confidenciales que considero que cada cual debe vivir en privado.
Otro paso más se produce cuando las imágenes que heroicamente fueron tomadas instantes después de este tipo de accidentes salen a la luz. Esos aguerridos reporteros que dejando a un lado sus escrúpulos consiguen hacerse un hueco en el desastre, disparan sus cámaras y nos ofrecen lo peor de este tipo de accidentes. Todos nos imaginamos como puede quedar un cuerpo tras un accidente aéreo. ¿Por qué nos lo muestran de forma explícita? ¿Por qué tras unos días de respeto comienzan a mostrar los aspectos más morbosos? Esto es lo que debería quedar oculto, ningún allegado a las víctimas está preparado para enfrentarse a este tipo de consecuencias. Seguro que a nadie que se haya visto afectado por una calamidad de esta magnitud le ayuda ver los restos de seres humanos que quedaron desperdigados por todas partes, considero que eso no hace más que ahondar en una herida reciente.
Al final todo se reduce a lo de siempre: no hay noticia, no hay dinero. Si falta información, se baja a las más bajas cloacas humanas para rebuscar entre los desperdicios. Se utiliza la sensiblería más ruin y toda treta es buena con el fin de vender más que los demás. En cuanto huele a cadáver, este hatajo de supuestos cronistas no duda en poner en la picota la cabeza de todos los que han sido golpeados por el accidente. Llegará un día en que las propias autopsias serán retransmitidas con gran éxito de audiencia. Tiempo al tiempo.
Nacho Valdés (Desde una isla)
4 comentarios:
Pues sí, totalmente de acuerdo. El desastre nos pilló de vacaciones en Costa Rica, pero pronto se corrió la voz entre los españoles que andábamos por allí, así que buscamos el Canal Internacional de TVE y pudimos ir viendo la evolución del tema. A pesar de tener un único canal disponible, enseguida se hizo notar el ensañamiento, todos los días, a todas las horas, con todos los pretextos. Ya suponíamos que aquí aún sería peor y lo pudimos comprobar a la vuelta. A lo anterior hay que añadir "y en todas las cadenas".
A pesar de que lo intento y me digo a mi mismo que en todas las profesiones hay de todo, no consigo mantener el respeto hacia los periodistas. Sus manipulaciones me parecen irrespirables.
A quien le queden vacaciones: Carpe Diem, que esto se acaba.
Menudo éxito ha tenido este artículo. Espero que se deba a las vacaciones y que la gente vuelva a visitarnos ahora que retornanos al trabajo.
Abrazos a todos los ociosos que nos han dejado abandonados en agosto.
Este artículo me ha recordado cuando vimos en un programa hace poco como recordaban cuando salió el caso del Duque de Feria y en esa época en un programa de televisión Laura Valenzuela le preguntaba a la niña de la que supuestamente éste había abusado cómo había ocurrido todo.Eso
para mí ha sido lo más fuerte que he visto en televisión. Gracias a la actual Ley de Protección del menor es inviable que esto ocurra actualmente, sin embargo me parece que cualquier persona con un mínimo de humanidad sin necesidad de la existencia de esta ley debería estar en contra de este tipo de hechos.Un beso.Laura.(de vuelta de la isla, je,je)
Se acabaron las vacaciones, oooOH!
lo cierto es que como dices es un momneto idoneo para hacer este tipo de trabajo sin ningung escrupulo.
Lo que realmente creo es que en este accidente se han juntado los reporteros en practicas con los nuevos fichajes de una empresa al borde del hostion financiero.
y si al pastel añades un monton de turistas en un aeropuerto muy mal organizado, tienes lo que tienes.
llevare brazalete negro una temporada
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