lunes, agosto 11, 2008

Colaboraciones 2008 (The Bootleg Series Vol. 32)


Fábula contemporánea

Además de su función más evidente, que es la de entretener y ayudar a pasar el rato sin mayores pretensiones, la televisión tiene más de un uso oculto. Trascendiendo el empleo al que está destinado el aparato, los usuarios hemos conseguido dotar a este objeto inanimado de una especie de espíritu que produce en la raza humana sensaciones encontradas que no se pueden experimentar de otra manera. Por lo menos eso es lo que les sucede a algunos sujetos que insertan este artefacto en sus vidas con el mayor de los absolutismos, como si no existiese nada más allá de este cubo de plástico y metal.

Siguiendo un orden cronológico de los hechos probablemente se logre entender mejor lo que pretendo explicar. Puesto que, como decía algún filósofo, para enfrentarse a una dificultad es fundamental dividir y ordenar cada uno de los elementos que la componen hasta donde nos sea posible.
En un principio, hay unos responsables del contenido televisivo que indican según su criterio cuales son los elementos a incluir en la parrilla televisiva. Estos se componen de un equilibrio de intereses que van desde la rentabilidad, hasta la intencionalidad de la programación. Hasta este punto todo más o menos normal; un negocio que se materializa en un electrodoméstico y en unos programas que producen cierto beneficio gracias a la publicidad.
El problema, por llamarlo de alguna manera, se encuentra cuando esta industria llega al que la consume, es decir, a nosotros.

Por poner un ejemplo, en algunos hogares, este aparato con su negocio incluido, se convierte en el principal educador de los niños a los que sus padres no pueden prestar atención por falta de tiempo o de voluntad. Quién no ha enchufado un rato la tele cuando su sobrinito ya empezaba a resultar pesado, o acaso no se suelen poner dibujos animados cuando ya no se sabe cómo entretener a los críos. En algunos casos puede suponer un alivio, te deshaces durante un buen rato del incordio y recargas energía para continuar bregando. Pero existen otros casos en los que el tema no queda tan claro. Progenitores que utilizan el invento para, de esta manera, no tener que hacer ningún caso a sus retoños que acaban siendo educados por una caja de la que salen imágenes. Si se tratase de contenidos adecuados la cosa no sería tan grave, incluso la televisión se podría convertir en un importante medio educativo (superando con seguridad a más de uno), pero estoy seguro que en la mayoría de los casos no se sigue ningún criterio a la hora de seleccionar lo que estas inmaduras mentes pueden recibir. Se consigue así darle al invento otra finalidad de la que originalmente su creador le había dotado.

Caso curioso es el que aquellos que consideran que salir en la televisión es lo mejor a lo que se puede aspirar en la vida. Además de otorgar automáticamente la razón, ya que cuántas veces habremos escuchado la sentencia que pretende acabar con cualquier discusión: “es que lo han dicho en televisión”. Estos elementos que son, desde mi punto de vista, auténticos catetos. Y por ellos no me refiero a la gente de pueblo con su sabiduría prístina y su sentido del honor, y tampoco estoy haciendo referencia a los urbanitas con su nuevo código que se nutre de los principales valores que han podido recoger de su pasado. Me refiero a aquellos que viven en tierra de nadie, a esa especie de fantasmas que no pertenecen a ninguno de los dos mundos, que no consiguen definirse en absoluto. Suelen vivir en el extrarradio y, a pesar de estar cerca de la ciudad y del campo, no consiguen absorber nada positivo. Todo lo contrario, toman todo lo negativo de ambas dimensiones y crean mediante su crecimiento desmesurado su propia quimera que invade los espacios que, hasta su llegada, se mantenían en paz. Supongo que no seré el único, pero yo he sentido verdadera vergüenza ajena con programas como el Diario de Patricia, Gran Hermano y cosas por el estilo. Pues este tipo de productos se nutre de todos estos perdedores que consideran que la calle y la televisión les va a dar toda la cultura que necesitan. Son tipos que se enfundan en su mejor chándal, se visten una camiseta ajustada, se ponen el flequillo para arriba y se cargan de oro para ir a proponerle matrimonio a la Vanessa ante las cámaras de televisión. Pobre chica, no sabe lo que se le viene encima.

El último caso que me ha llamado la atención es aquel en el que las personas de mayor edad se sienten desamparadas y encuentran en la televisión el mejor báculo posible para su vejez. Gente que en el mejor de los casos vive en su casa en soledad esperando que llegue la parca, que probablemente en otra época eran despiertos y extrovertidos pero que, en sus postrimerías, no les queda nadie nada más con quien hablar que el frío electrodoméstico. En estas ocasiones, aunque parezca cruel y, si no hay nada mejor, la fría compañía televisiva puede ser una especie de placebo para estas personas que se sienten solas.
Pero también se da el caso de aquellas residencias que, habiendo reparado en que a los viejos les sucede lo mismo que a los niños (en algunos casos se quedan hipnotizados viendo la tele), les ponen el aparato a los ancianitos para que estos se entretengan y no den demasiado la paliza. En estos casos, si no da la lata, si no se queja, no se le hace caso y todos contentos.

En definitiva, este invento ha trascendido su uso original y le hemos otorgado más funciones de las que en algunos casos desearíamos. Pero ya sea como canguro, como referencia vital, como acompañante o como aturdidor aquí se encuentra el inconveniente: hemos humanizado, dotándolo de vida, a un aparato que no merece tal estatus. En muchos casos se relegan las relaciones humanas para que algunos se imbuyan en la irrealidad que otros, como negocio, venden sin percatarse del daño que puede provocar si se trasciende su uso normal.
Por tanto, el problema televisivo no es tanto de aquellos que lo producen, sino de los que lo consumen de manera voluntaria. De alguna forma, todos somos culpables de lo que recibimos.


Nacho Valdés (Summer time)

6 comentarios:

Sr. Amarillo dijo...

Interesante reflexión, sobre las funciones de la caja tonta, si ha sido humanizada, pero si hemos llegado hasta este punto, ha sido, como tu bien dices, por culpa de todos, que cada vez somos un poco peores.

Sr. Amarillo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
G.D.B dijo...

Creo que hay diferentes modos de estudiar este caso.
Aunque tus reflexiones son muy parecidas a las mias creo que la TV sigue teniendo contenido educativo (pero no en la TV gratis, sino de pago).
El otro contenido educativo que sigue en la TV gratuita no es util a no ser que te quieras convertir en un forofo de la prensa del corazon, etc..
Por otro lado estaria hablar del entretenimiento de la 3ªedad, que me parece un problema mas grave de lo que a simple vista parece.

Aqui hay tema para discutir dias y noches sin llegar a consenso, hay un libro de Lolo Rico que se llama "La Fabrica de mentiras" que habla un poco de todo esto, no es que sea la verdad absoluta pero hace un recopilatorio peculiar.

Me encanta este tema!!

Anónimo dijo...

Hola cariño, de este artículo destacaría varias cosas: cuando te refieres a la gente cateta y ordinaria que sale en programas como el diario de Patricia no creo que la televisión tenga la culpa, este tipo de gente ha existido siempre lo que pasa es que este tipo de programas les da cabida en la televisión y de repente les vemos y pensamos "pero esta gente ¿de donde sale?", pues están en c
ualquier rincón de España y son más de los que nos creemos, pero la tele no tiene nada que ver, porque este tipo de programas son consecuencias de la sociedad actual y esto puede llevarse a cualquier ámbito, no solo a la televisión, por ejemplo en el cine las películas más taquilleras son un auténtico bodrio y son las que la gente quiere ver. Debemos admitir que la sociedad cada vez va a peor en lo que a cultura se refiere, la gente cada vez lee menos, estudia menos y tiene menos inquietudes culturales.
En relación con lo que ocurre con las personas de la tercera edad creo que tanto la televisión, como la radio les hace mucha compañía y les ayuda a estar en contacto con lo que ocurre en el mundo y no deberíamos crticarlo porque hay personas que están muy solas y la tele les hace más ameno el día a día, por otra parte no tienen por qué ver telebasura, de hecho creo que son los máximos expectadores de programas como Saber Vivir, programas de cocina y concursos familiares, que para mí no se lo mismo que el Diario de Patricia.
Un beso.Laura.

G.D.B dijo...

Hola Lauri,
para mi es lo mismo que el huevo o la gallina, cual fue primero?

La audiencia ni se crea ni se destruye, solo se transforma, es directamente proporcional a la mierda de programa que se televisa.

jeje.

raposu dijo...

En primer lugar felicidades por conseguir mantener la cita semanal ¡ incluso en agosto !. Tiene más mérito de lo que los lectores te van a reconocer, entre otras cosas porque la mayoría estará en la playa o asi. Yo mismo reconozco que estoy en mitad de un ataque de no hacer nada que me tiene absorbido. Es increíble lo que el cuerpo humano puede llegar a aguantar sin trabajar.

Tus ultimas reflexiones están muy bien y creo que dan un poco en el clavo. Digo "un poco" no por quitarte parte de la razón, sino por las limitaciones de formato y tamaño, que impiden estudiar el fenómeno en toda su complejidad. Cuando las cosas se ponen en perspectiva, como tú haces, hay algo que clama por salir a la luz ¿es la TV el medio de comunicación más influyente de la historia de la humanidad ?. Lo que sí es seguro es que es el que más efectos simultáneos produce, en tiempo real. Nunca antes las sociedades se habían visto envueltas en algo así. Probablemente aún nos falte tiempo para sacar conclusiones definitivas (hablamos de unos 50 años), y además somos parte de lo observado, lo que nos sumerge inevitablemente en el principio de indeterminacion (bueno, en realidad no pero ¿a que queda bien?).

De todas formas, reconozcamos que la TV tiene al menos una virtud: es la causa de que todas las semanas cojas la pluma (o sea, el teclado), escribas y te comuniques con nosotros. ¿Por qué pedir más?

Felices vacaciones a todas y todos.