miércoles, abril 25, 2007
Nueva York sin queso (Al décimo asalto besas la lona)
Aparcaba mi volkswagen destartalado en la puerta del gimnasio Apolo cada noche desde hacía 18 años. En ese tiempo había acumulado tantas derrotas como victorias. Pero que gran gloria dan las victorias que tiran abajo las apuestas. Todas las mujeres que en su dia me habían amado, seguramente ahora me odiaban con mucha más fuerza de la que antes reservaron para quererme, tenía la completa seguridad de que el conjunto de todas las partes fraccionadas de esas relaciones acabarían por transformarse en algo inedito, obviamenet no fue así.
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