jueves, mayo 31, 2012

Vida de Suso (Vol. 6) Cuatro Paredes

Es domingo y está nublado. A través de la ventana, desde mi retorcida posición el cielo parece haberse convertido en un gran lienzo gris. Mi cuerpo pesa esta mañana una doscientas toneladas y por un momento creo haber perdido para siempre el control sobre él. Tras muchos intentos fallidos consigo levantarme y fumar en el balcón algo de lo que anoche dejé a medias. No recuerdo muy bien cómo llegué a la cama y me desvestí pero el caso es que lo conseguí. La calle está engalanada con cintas de seda blanca y amarilla. Están atadas en lo alto de las farolas y parecen llegar hasta el final de la avenida. Me pregunto qué sucedería si prendiese fuego a la que tengo justo enfrente de mi balcón. Quizá produciría un efecto dominó y desde una posición privilegiada podría contemplar como el fuego va avanzando por las cintas hasta llenar el aire de pequeños restos de seda quemada que el viento llevaría hasta la infinita arena de la playa de Malvarrosa. La idea me seduce pero finalmente cierro la ventana y entró en casa. Enciendo la radio mientras me ducho, suena Visions of Johanna y me pregunto si alguien ha compuesto alguna canción mejor que esta. Probablemente sí pero yo lo desconozco. Suena el timbre que me hace salir apresuradamente de la ducha y casi estamparme contra el espejo. Me acerco a la puerta y a través de la mirilla contemplo a dos falleros vestidos de gala. Abro la puerta empapado y equipado únicamente con una toalla en la cintura. Hola somos de la falla dicen los dos al unísono como un coro de iglesia. A lo que respondo que sería extraño que fueran de otra cosa vestidos así. Por sus caras entiendo que no comprenden mi respuesta. El adulto se acerca a mí con cara de idiota y dice algo así como que quieren pedirme una contribución para el casal pues a final de año lo derribaran sino consiguen firmas o subvenciones. Hay tantas cosas que merecen ser derribadas pienso aguantando con soberana paciencia el discurso fallero. Les pregunto si alguien de la finca le ha dado algo y niegan con la cabeza. Siento un poco de culpa por la falta de compromiso de mis vecinos. Miro al chaval que parece creer fervientemente en la tarea divina de su padre y les digo que esperen un momento. Busco mi cartera entre el montón de cosas que rodean mi cama y tras unos minutos la encuentro debajo de unas camisetas. La abro e intento localizar un poco de dinero. Consigo diez euros pero al sacarlo de la billetera me doy cuenta de que está manchado de algo que parece ser sangre. Entonces miro alrededor de la cama y veo que mi camiseta está también manchada y que hay huellas rojas en el suelo que se dirigen a la puerta de salida. Intento repasar lo que ocurrió anoche pero todo está oscuro. El timbre vuelve a sonar, esta vez con la intensidad de una bomba atómica. Me acerco a la puerta con gesto estupefacto y el billete todavía en la mano. Pensamos que le había ocurrido algo dice el hombre y después clava sus ojos en el billete impregnado en sangre y vuelve a mirarme con una expresión de desconfianza. Rodea con sus brazos al pequeño fallero que no comprende nada y le dice que se tienen que ir que ha olvidado algo. Sin apenas tiempo para reaccionar desaparecen de mi vista y me quedo solo en la puerta de casa. Intento deducir cómo diablos he llegado a este punto pero no consigo ir más allá de esta mañana al levantarme. Me siento a los pies de la cama y busco una explicación en mi cabeza. Por un momento como un fotograma insertado en medio de un plano secuencia mi habitación se transforma en una sala vacía de ladrillos blancos, sin ventanas. Mis manos están atadas. Suena una sirena….y una voz ronca susurra: Elia…¿Qué sabe de Elia ?... Todo desparece igual de rápido que ha llegado. Vuelvo a estar sentado en mi cama. Sin embargo, no todo está igual; una fría sensación de pérdida empieza a crecer en el centro matemático de mi pecho.

2 comentarios:

Nacho dijo...

Uff, menudo está hecho este Suso, ya creía que la iba a tomar con los pobres catetones que iban a sablarle.
Espero impaciente nuevas entregas, a ver si se desvela algo de lo que sucedió esa extraña noche.

Abrazos.

Sergio dijo...

Una noche puede ser una vida entera. En esta entrega se ha revelado una carta importante del final de este blues de tristezas que es la vida de Suso...

Veremos si da la talla...

SALUDOS