jueves, mayo 03, 2012

Vida de Suso (Vol. 4) Aviones

Hoy cumplí 30 años. Ocurrió a las 3:38 de la madrugada en el mismo instante en que un avión se precipitaba sobre el océano Atlántico camino de Buenos Aires. Lo ví por televisión; el presentador abrió su asexuada y genérica boca y con su estúpida voz de autómata dejó escapar esas palabras: “Un avión se ha estrellado en el océano Atlántico a las 3:38 de la madrugada . No hay supervivientes”. En un primer momento la noticia no me emocionó pero luego, poco a poco, me fue invadiendo la idea de que entre ese fatal accidente ocurrido y mi cumpleaños existiese alguna conexión que en ese momento me resulta invisible. Apago la televisión con la mente confusa y la cabeza algo aturdida. Me acerco hasta a cocina y preparo un ruso blanco que ayude a distraerme un poco y conseguir que la imagen de un avión estrellándose sobre mi tejado desaparezca de mi cabeza. Me abandono en el sofá del salón que me engulle como un gran oso apresando su alimento y dejo que el tiempo se pierda entre mis dedos. Las horas pasan; el sol va ganando terreno de forma precipitada a las sombras que habitan el salón y por instantes, las motas de polvo brillan con intensidad divina de estrellas blancas y me transportan a otro tiempo y otro lugar. Suena el teléfono y me devuelve a la tierra. Es mamá. Llama para felicitarme como cada año desde que no estoy en casa. Me pide que vaya a verla y cenemos juntos. Acepto sin ni siquiera planteármelo. Decido fumar en el balcón antes de empezar a moverme. La noche ha desaparecido por completo. Las calles se llenan de pasos, faldas y escotes. Estando en la ducha enciendo la radio y las noticias sobre el accidente se multiplican. Cambio de emisora y sintonizo algo de música aunque la imagen del avión vuelve a estar en mi pensamiento. Imagino que estoy dentro del aeroplano y que voy cayendo al vacío. El miedo me invade y una extraña sensación de ausencia de gravedad atenaza mis manos. Miro a los lados, lña gente grita histérica, una madre abraza a su hija y reza, las azafatas lloran. Todo el mundo se precipita de forma irremediable hacia la locura. Intento pensar en la gente que quiero y que no veré más. Es entonces cuando me doy cuenta de que en estos 30 años no ha habido nada lo suficientemente intenso en mi vida como para tenerle aprecio. Chequeo mi cabeza intentando encontrar alguna persona, pasaje, encuentro o motivo que me haga echar de menos pero todo está vacío. Mi mente es irremediablemente práctica. Todos los que han pasado por mi vida se han convertido en figurantes o personajes limitados a papeles secundarios. No encuentro nada a lo que agarrarme, voy a morir solo. De pronto, notó un fuerte golpe en la cabeza y me despierto en el suelo del baño rodeado de sangre. Tras un instante eterno comprendo que me he resbalado y golpeado la cabeza con el suelo. Miró hacia arriba y la radio sigue encendida. No hay música solo una voz que anuncia: “Se ha encontrado un superviviente, Se ha encontrado un superviviente”. Respiro. Hoy he cumplido 30 años y alguien ha sobrevivido a un accidente mortal de avión en el Atlántico.

5 comentarios:

paco albert dijo...

Qué bueno, nuevamente. Inevitable la sensanción de sencillez y honesta humanidad sincera que tan díficil es de conseguir si se parte de presupuestos equívocos.

Sergio dijo...

merci Pat Pac...

Nacho dijo...

Me ha gustado mucho, con un toque Auster decadente y azaroso. Muy bueno... lo único que me ha roto la atmósfera de esta entrega ha sido la mención del ruso blanco que me ha recordado al Nota y no he podido evitar una sonrisa.


Abrazos.

Muchacho_Electrico dijo...

Me apasiona la vida de Suso. Elegancia y sencillez a partes iguales en este escrito que bien podria llevarse al cine del cortometraje. Bravo Bro.

Anónimo dijo...

Suo ha mejorado un montón desde su primera entrega. Esta es la que más me ha gustado hasta el momento.

Espero más escritos...

SALUDOS


Silvia