lunes, mayo 21, 2012
En el ángulo muerto Vol. 147
Miedos
Laertes avanzaba por la vereda iluminada por la luna y las estrellas, todavía quedaba tiempo para que el sol se levantase sobre su carro y dominase el horizonte. La tensión que le había contagiado su mujer le hacía no tener frío aunque corría una brisa heladora que llegaba desde el mar, lo que sí estaba experimentando era un miedo atroz. Sabía que no tenía nada que hacer frente a cuatro desconocidos que, con toda probabilidad, sabrían manejas las armas mejor que él pues se dedicaba a hacer espadas, no a empuñarlas. A mitad de camino de la granja de Ajax decidió dar media vuelta y pasar por la fragua, despertaría a Bemus, su aprendiz, así al menos iría acompañado.
El chaval, que no tendría más de quince años, dormía con placidez en un rincón que tenía reservado para ese fin. Laertes se acercó sin hacer ruido y, dándole unas leves patadas en el costado, le obligó a despertarse.
- ¿Ya es la hora? –Preguntó el joven desorientado.
- Es pronto todavía pero tenemos cosas que hacer –utilizaba un tono imperativo con el chico que se frotaba los ojos-. Coge tus cosas y vamos a buscar a Ajax.
- ¿Para qué? –El muchacho ya se estaba vistiendo y estaba a punto para salir.
- No preguntes tanto, coge esa barra de metal. –El herrero señaló un trozo de hierro sin trabajar que tenía forma más o menos alargada.
- No entiendo nada –el chico sujetaba el pedazo de hierro-, qué tengo que hacer con esto. ¿No es un poco pronto para ponernos a trabajar?
- Tú haz lo que te digo y cállate. Estamos en peligro.
- ¿Cómo? – El joven dio un respingo-. ¿Lo dices por los forasteros?
- Exacto, veo que eres un chico espabilado.
- ¿No pretenderás que nos enfrentemos a ellos nosotros solos?
- ¿No te he dicho que vamos a buscar a Ajax?
- ¿Y ese viejo va a ayudarnos? – Una sonora bofetada aterrizó en la cara de Bemus que se frotó la mejilla acobardado.
- Ese viejo es el único veterano de una guerra que tenemos en esta aldea, él sabrá qué hacer.
- Vamos a morir –musitó el joven al borde del llanto-. No tenemos nada qué hacer.
- Tú haz lo que yo te ordeno –Laertes le pegó un empujón para que saliese de la fragua-, camina y procura mantenerte en silencio. No aguanto tus lamentos.
Caminaron en silencio siguiendo la senda que les llevaría hasta la granja ganadera de Ajax, Bemus temblaba de terror y Laertes, aunque un tanto reconfortado por la compañía y aparentando valor, también se encontraba profundamente turbado. Cuando estaban a punto de llegar se encontraron con Ajax que montaba un caballo y se dirigía a la aldea.
- Ajax, te buscábamos. – Dijo Laertes.
- Yo también quería buscarte –respondió sin hacer caso al joven aprendiz. Iba sobre su caballo y llevaba una lanza que probablemente había sido utilizada con anterioridad en alguna batalla-. Tenemos que organizar la defensa, es primordial si queremos vivir. – Mantenía un tono sereno y tranquilo.
- ¿Tú también crees que los extranjeros van a atacarnos?
- Más bien lo cree mi mujer, me ha despertado y me ha convencido con su palabrería de que si no hacemos algo vamos a meternos en complicaciones.
- A mí me ha pasado lo mismo –dijo Laertes con una media sonrisa-, ¿tú qué opinas?
- No lo sé, pero creo que será mejor que nos adelantemos por lo que pueda pasar.
- Pero, ¿no ofenderemos a los dioses?
- La verdad es que no había pensado en eso, deberíamos visitar a Giles, el sacerdote.
- Buena idea –respondió Laertes-. Será mejor que pidamos consejo antes de hacer nada.
Los tres tomaron el camino al pequeño templo cercano al acantilado donde se encontraba Giles junto a las sacerdotisas vírgenes.
Nacho Valdés
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3 comentarios:
Un pensamiento está claro: Por muy duro que parezcas, tiran dos tetas más que dos carretas.
Gran personaje Bemus. Seguramente Laertes y Ajax habrán dado buena cuenta de él en algún sombrío cobertizo de la aldea.
Me huelo el final de la historia. Las mujeres quieren deshacerse de sus maridos.
¿quien es OBLEIX?
¿Qué es ARG?
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