lunes, diciembre 05, 2011

En el ángulo muerto Vol. 126


Cerca de Dios

Siempre he considerado que Dios, nuestro Señor, se muestra todos los días delante de nuestras narices mediante la Creación que nos ha regalado. Animales, paisajes, vegetales y el propio mundo son ostentaciones patentes de la omnipotencia divina que nos empequeñece y nos pone a su servicio. Debo reconocer que es en el campo, en medio de la Naturaleza, donde doy rienda suelta a mi fe y donde más cercano me siento de Él. Disfruto enormemente paseando, subiendo peñas y atravesando bosques en los que me deleito con la variedad y riqueza del espectáculo divino que supone un regalo para los sentidos.
En los últimos tiempos he dado un paso más allá pues considero que el uso que podemos hacer de este patrimonio de los católicos puede ser más enriquecedor si cabe. Hace unos años, por casualidad, me encontré con un ave herida que era incapaz de volar o valerse por sí misma. Estaba claro que iba a ser una presa fácil y que iba a morir lentamente o devorada por algún depredador, el caso es que apiadándome del pobre pájaro le pise la cabeza para acabar con su agonía. El rechazo inicial dio paso a un disfrute que me tuvo pensativo durante varios días, ¿sería un sádico? ¿Disfrutaba acaso de la desgracia y destrucción?
Pasé un par de semanas sin hacer mis típicas excursiones campestres, no deseaba tener otro encontronazo con animales a los que quizás, por alguna fatalidad, tuviese que aliviar su dolor. Debo reconocer que estaba acobardado, que la experiencia con la que había disfrutado me resultaba extraña. ¿Cómo era posible que un católico practicante como yo se deleitase con la muerte de una criatura de Dios? Estaba a punto de esquivar mis gratos paseos cuando encontré la solución a esa paradoja; Dios nos había creado como cabezas de la Creación, dotados de inteligencia como estamos los seres humanos somos los dueños y señores de todo lo que nos rodea. Acudí a los Padres de la Iglesia y me imbuí en la lectura de los comentarios bíblicos que me llevaron a descubrir la verdad de nuestra relación con el mundo animal: está a nuestro servicio y es nuestra obligación hacer uso y disfrute de ese legado que recibimos cuando fuimos creados ex nihilo por nuestro Señor.
El caso es que lo tenía claro, me compré una escopeta de caza y comencé a realizar prácticas de tiro en un club de campo en el que, curiosamente, había mucha más gente con mis mismas ideas. El ambiente era excelente y, además, podía llevar a mi señora para que disfrutase de la grata compañía del resto de damas católicas, apostólicas y romanas que con gran decoro acompañaban a sus maridos los fines de semana. En cuanto me hice con el arma, disparé en infinidad de ocasiones contra blancos, discos y demás artilugios hechos para ese propósito. Finalmente, en compañía de uno de mis nuevos amigos del club de tiro, salimos al campo para realizar prácticas reales con objetivos de verdad. Empezamos por lo básico, perdices y cosas por el estilo que, para ser fieles a la verdad, prácticamente se volatizaban con la munición que utilizaba. Mi compañero me recomendó que disminuyese el calibre pero yo estaba convencido a subir el tamaño de las presas. De forma natural, pasé a la caza de conejos que resultaban bastante escurridizos y con los que conseguí cierta práctica en el disparo sobre objetivos móviles. Tras un par de temporadas de caza con pequeños mamíferos he dado el salto a los jabalíes, eso sí que resulta un verdadero placer. Esperas pacientemente en tu observatorio, le ves hozando y cuando está tranquilamente buscando su alimento acabas, por mediación de la autoridad que Dios ha depositado en ti, con su vida. Lo que más me gusta es cuando todavía están heridos y puedes rematarlos. No sé porqué pero resulta emocionante salir del escondrijo y volver a disparar a bocajarro para, en último lugar, sacar el interior de ese enorme animal para evitar que la carne coja mal sabor. En definitiva, desde que salgo de caza mi frustración ha disminuido enormemente y, de hecho, cada vez me mortifico menos. Aunque, de vez en cuando, no puedo evitar el darme el placer de fustigarme la espalda un poco. Yo soy así, no puedo esquivar mi naturaleza católica y practicante.

Nacho Valdés

4 comentarios:

raposu dijo...

De profundis clamavi at te, Domine...

Sergio dijo...

Inlitterati lumen fidei
God is with us everyday
That illiterate light
Is with us every night...

Muchacho_Electrico dijo...

Habeas Corpus
Ceteris Paribus
God save the Queen

raposu dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=ztytvEssmSY