lunes, febrero 22, 2010

En el ángulo muerto Vol. 48


Déjame en paz con esos líos

Pedro llevaba más de media hora esperando para entrar en el despacho, sabía que al director de proyecto le gustaba hacerse rogar, era uno de sus ardides preferidos. No estaba seguro de cuál era el motivo del requerimiento, pero no tenía expectativas demasiado halagüeñas. Se recostó en la butaca de la sala de espera y fijó la mirada en uno de los fluorescentes del techo mientras repasaba mentalmente los posibles errores que podía haber cometido en los últimos días. Recapituló lentamente los acontecimientos, sí era verdad que el proyecto estaba un tanto retrasado, sí era cierto que su coordinación había producido algunas fricciones, pero aparte de esos, en su opinión, ínfimos detalles todo iba más o menos como se esperaba.
Se abrió la puerta que daba paso al recibidor anterior al despacho del director, en ese espacio estaba la secretaría que le invitó a pasar. Pedro llamó a la puerta y entró sin esperar contestación.
- Siéntese. – Pedro se acomodó en una silla frente a la enorme mesa en la que descansaba los brazos el director.
- ¿Quiere un cigarro? – Sabía de sobra que él no fumaba, pero consideró que se trataba una simple norma de cortesía. Encendió el tabaco y le dio una profunda calada, expulsó el humo en su dirección. Después le observó altivo durante unos instantes, como escudriñando en busca de alguna fisura o algo que le diese el pie para arrancar.
- ¿Sabe por qué le he llamado?
- La verdad es que no tengo ni idea. – Respondió Pedro sinceramente.
- Pues el caso es que no estoy satisfecho con la marcha del proyecto que usted coordina. Esto no dice nada a su favor. – Hizo una especie de pausa dramática. – Estoy replanteándome su situación en el organigrama de la empresa.
- Pues tengo que decirle que no estoy de acuerdo con la valoración que está realizando. – Se sentía indignado, como poseído por una especie de emoción que nunca antes había experimentado.
- En fin, los informes que he recibido contrastan entonces con su opinión. Yo creo que la cuestión estriba en su incapacidad para la dirección del grupo que le encomendé a su cargo.
- No sé de qué me está hablando. Mis relaciones con… - Fue cortado tajantemente en mitad de la frase.
- No tiene que explicarme nada. – Cortó subiendo el tono. – Tengo las referencias necesarias para tomar una decisión en este sentido.
- Como iba diciendo…
- No me interesa su opinión, la decisión está tomada. – Pedro recordó la discusión con una de las integrantes del proyecto, era guapa, joven y no descartaba usar sus encantos para medrar. Se había trabajado al jefe, ahora lo tenía claro.
- No me diga más, mi puesto será ocupado por Verónica. – Dijo en un arranque pasional que ni él se esperaba.
- ¿Cómo lo sabe?
- Eso es cosa mía. – Contestó Pedro con desdén. – Le voy a dejar las cosas claritas.
- ¿Sabe con quién está hablando? – El director se había acodado en la mesa con cara de incredulidad.
- Me la trae floja quién sea usted y a qué se dedique. Lo único que sé es que es un puto inútil cuya única motivación es echar un ojo a un escote o echar un polvo furtivo si es posible. – El director balbuceó algo incomprensible.
- Sólo le digo una cosa: como haya algún cambio en mi proyecto le aseguro que su mujer, superiores y subalternos se van a enterar de todas sus putas correrías. ¿Me ha entendido?
- Tengo que interpretar que me está amenazando.
- Resulta que es más inteligente de lo que pensaba. Sí, le estoy amenazando y todavía me estoy aguantando las ganas de cogerle de su puta corbata y apretar hasta romperle el cuello. – Pedro había levantado en tono y había enrojecido. – Debería patear su puto culo de maricón. – El director se echó instintivamente para atrás. – No sé que le habrá prometido a la zorra que intenta pisarme el terreno, pero le advierto que la quiero fuera del grupo y lejos de mí si no quiere que cumpla mis amenazas. ¿Lo ha entendido?
- Sí, sí… - Balbuceó el dirigente ante el dedo extendido en sus narices.

Pedro se levantó, se abrochó la chaqueta y salió sin despedirse por donde había entrado. Estaba seguro que su situación en la empresa mejoraría a partir de esa conversación, era una especie de pálpito que tenía.

Nacho Valdés

2 comentarios:

raposu dijo...

Sí, hombre, cómo no va a mejorar. Le nombrarán Director de Relaciones Públicas por lo menos.

...o Embajador en Afganistán.

Es lo que tiene saber desenvolverse con mucha mano izquierda.

Sergio dijo...

Jefes....no sé cúal es la extraña condición humana que los situa más allá del bien y del mal. Esta bien que, de vez en cuando, alguien les de su merecido.

Reveledor relato.

Felicidades