lunes, mayo 11, 2009
En el ángulo muerto Vol. 14
Orgullo (Round 3)
Tres, cuatro, cinco, seis, siete… Butch se levantó pesadamente, tuvo que sujetarse a la cuerda para no volver a caer. El último golpe le había noqueado, estaba mareado y no sabía exactamente dónde se encontraba, sólo la cuenta le había hecho reaccionar. Desde la esquina, Joey decía algo, no entendía nada, un intenso pitido en los oídos ocultaba el ruido de la sala. En su cabeza únicamente se repetía una y otra vez la voz del árbitro contando para descalificarlo. Su cara estaba destrozada, los ojos hinchados, los labios partidos y los pómulos abiertos. El negro también había recibido un duro castigo, aunque aguantaba a unos metros respirando pesadamente, deseando que terminase ese combate que se le había antojado sencillo. El público rugía, Butch pudo oírlo, el árbitro le miraba a los ojos comprobando que podía continuar, volvió a la vida, respiró con toda la capacidad que le permitían sus maltrechas costillas y asintió con la cabeza para indicar que se reanudase el combate. La cara del contrincante reflejaba la sorpresa de que ese boxeador acabado fuese capaz de continuar en pie.
Se reanudó la lucha, Butch sabía que quedaba poco para terminar el tercer asalto, el definitivo, el que marcaría la diferencia. Todavía estaba a tiempo de dejarse caer, nadie lo notaría, tras los golpes encajados lo sorprendente es que continuase en píe. Sin embargo, su orgullo le mordía, le dolía más que cualquiera de los puñetazos que había recibido, no se dejaría doblegar por un don nadie que llevaba toda su existencia chupando la sangre de todos los que se cruzaban en su camino.
El árbitro lanzó la pelea, los contendientes se encontraron en el centro, estaban agotados y los puños volaban sin fuerza. Butch hizo acopio de toda su energía y lanzó el ataque que le indicaría a Constanza que se había equivocado con él. Sus brazos volvieron a recuperar una fuerza inusitada que un instante antes parecía haberse esfumado, eran resortes rematados de manos poderosas que se estrellaban de cualquier forma en el cuerpo del rival. Combinaba y se movía como si tuviese veinte años menos, el contendiente estaba sorprendido, únicamente era capaz de protegerse para cerrar filas ante la avalancha que se le venía encima. Ambos, cubiertos de sudor y sangre, parecían bailar una danza salvaje que sólo dejaría a uno de ellos vivo. Cada paso que daba Butch al frente era respondido por un paso atrás del rival, cuando éste se defendía era el viejo combatiente el que reculaba, desde el exterior parecía una coreografía ensayada en la que no cabía espacio para el error, cualquier fallo se pagaría con la derrota. La izquierda de Butch conectó con un crochet en la sien del negro, éste trastabilló, Butch aprovechó para lanzar la derecha directa a la nariz, ésta estalló lanzando mucosidad mezclada con sangre en todas las direcciones; el otro se caía, Butch le sujetó con un uppercut en el mentón, lo que le dio la oportunidad de lanzar una última combinación de tres golpes que dejó al oponente tirado sobre la lona. Butch se había desfondado, no podía moverse y casi ni respiraba. La cuenta había comenzado, aunque sabía que el negro estaba ganando tiempo para que terminase el asalto, antes de llegar al siete ya estaba levantándose. Estaba tocado, el caduco boxeador sabía que su oportunidad había pasado, se le había escapado, no volvería a tenerle a su merced como acababa de suceder. Sonó la campana, los contendientes volvieron con sus preparadores mientras los asistentes limpiaban el cuadrilátero de los restos que habían dejado los dos guerreros.
- Tenías que haberte tirado. Ahora sí que estás perdido. – Joey le pasaba una toalla húmeda por las heridas mientras le hablaba.
- No te preocupes, creo que puedo retirarme con una victoria.
- Eres un imbécil. No me refiero a este combate, estoy hablando de Constanza.
- Eso es cosa mía. Ya me las apañaré.
- Está por aquí. Probablemente ya esté encargando que te entierren.
- Cállate de una vez, eres un maldito agorero. Ahora debemos centrarnos en el negro que tengo delante.- A Butch no le dio tiempo a continuar, Constanza se había levantado de su butaca y se había acercado hasta su esquina.
- Teníamos un trato. Tenías la oportunidad de tener un retiro digno, por lo menos podías haber pagado tus deudas y retirarte sin hacer ruido. Ahora estás acabado.- Constanza intentaba mantener la compostura, aunque el ligero temblor de su labio denotaba la rabia que llevaba en el interior.
- Ahora lo que tengo es dignidad, esto es lo mejor que he hecho nunca. – Tras la frase Butch tragó agua para enjuagarse la boca y escupió la mezcla de sangre y saliva sobre los zapatos de piel de Constanza.
- Estás muerto. – El acompañante de Constanza, un joven fornido que hacía las veces de guardaespaldas subió al ring y se abalanzó sobre Butch. Éste se había levantado de su banqueta y estrelló su puño sobre la mandíbula del matón que cayó fulminado con espasmos en las extremidades. Tras esto se quedó mirando al mafioso, incitándole a subir también. Mientras, el público aullaba ante la posibilidad de un nuevo combate espontáneo, espoleaban al boxeador para que bajase a ajustar cuentas.
- Ya veremos quién está muerto. Ahora tengo que terminar lo que he empezado, ya hablaremos. – Butch se dio la vuelta y no prestó más atención a un Constanza acobardado que ya tomaba la dirección que le llevaba a la salida.
Volvió a sonar la campana, nadie parecía reparar en lo que había sucedido, lo único que importaba era el cuarto asalto que anunciaba la joven en traje de baño. En la otra esquina el negro estaba preparado, le habían limpiado la sangre y parecía repuesto de los golpes recibidos, esperaba precavido en el centro del ring al veterano boxeador que se tomaba su tiempo para llegar hasta él. El árbitro dio comienzo al siguiente round, los luchadores volvían a medirse sobre la lona.
Nacho Valdés
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4 comentarios:
Veo que no sólo Butch ha ganado en destreza y habilidad sobre el ring sino que tú también has pulido la elegancia y el ritmo literario con mucha soltura.Esto mejora a cada entrega, o mejor a cada asalto.
Sí, señor, mucho oficio hay en esta historia y la forma de contarla. No sólo está bien la historia en sí misma, sino que dosificas muy bien la tensión a lo largo de los capitulos.
Me ha encantado imaginar el japo sanguinolento en los zapatos del mafioso. Totalmente cinematográfico.
Enhorabuena.
Una sugerencia (tranquilos, fans fervorosos, es cuestión de apreciación subjetiva): Butch esgrime una agilidad verbal excesiva teniendo en cuenta su vicisitud. Lo de los zapatos de Constanza resume mejor y más verosímilmente el contenido del diálogo.
Proelium quartum expectamus. Este relato es muy bueno. No te precipites.
Estoy de acuerdo con el resto, todos los asaltos tienen esa dosis de tensión que te deja con más ganas para la semana que viene. Muy buen relato.
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