lunes, mayo 04, 2009

En el ángulo muerto Vol. 13


Supervivencia (Round 2)

Sólo se escuchaba la algarabía del público, la rubia había vuelto a salir para mostrar el cartel que anunciaba el comienzo del segundo asalto. Se contoneaba, movía las caderas y lanzaba guiños lascivos a los que allí se habían reunido. Los dos luchadores estaban en su esquina, sentados sobre un taburete casi incapaz de contener sus cuerpos, respiraban profundamente y se dejaban manosear por sus preparadores. Joey frotaba la cara de Butch con vaselina, le daba instrucciones aunque éste no parecía reparar en nada de lo que se le decía, miraba hacia su rival, como si no estuviese presente, como si estuviese viendo algo a través de su cuerpo musculoso y joven.
- ¿Te estás enterando?
- Sí, sí. – Contestó el boxeador sin saber qué era lo que le acababan de decir.
- Aguántale, no le dejes que te golpee.
- Claro. – Butch parecía ido, no estaba presente, su mente era un hervidero que iba más allá del combate que estaba disputando.
- Ese tío es una máquina, si vuelve a cazarte estás acabado. ¿Entiendes?
- Sí, sí. – Butch asintió con la cabeza mientras recibía el protector de manos de Joey, su ceja estaba hinchada pero todavía no estaba abierta, sabía que un par de golpes más provocarían la hemorragia y, probablemente, perdería la visión.
- Protege ese ojo. ¿Me oyes? – Como contestación el luchador volvió a asentir con la cabeza, ya estaba con la mente puesta en la lluvia de golpes que se le avecinaba.

En la otra esquina la actividad era frenética, miraban al viejo combatiente con recelo, la última combinación de golpes había provocado la duda. La soberbia con la que había subido al ring el otro boxeador estaba hundiéndose en un pozo oscuro, eso era lo que Butch quería provocar, sabía que el primer escalón para la victoria era conseguir que el otro titubease, que pusiese en tela de juicio sus propias posibilidades. Sonó la campana, el negro lanzó una ráfaga de puñetazos al aire y se aproximó al centro, Butch se levantó con calma, como si la cosa no fuese con él. El rival lanzó un par de jabs intimidatorios, nada serio, sólo quería tentar al que tenía delante, ver en qué estado se encontraba. Butch repelía los tímidos ataques con la defensa, ni siquiera se movía de su sitio, estaba estático defendiéndose con los guantes y los brazos. Deseaba que volviese a tomar la iniciativa, que se lanzase contra él, que intentase rematar el combate. El público volvía a abuchear a los luchadores, era lo que quería, que el rival sintiese la punzada de la juventud, que su orgullo se viese herido.

En la esquina del contrincante le pedían calma, pero cada vez se movía más rápido, lanzando más golpes. Butch retrocedía, los puños que le caían encima eran de granito, cada puñetazo le desplazaba unos centímetros y le iba encajonando en una de las esquinas, cuando estuvo atrapado el negro volvió a incrementar la intensidad y la fuerza. – Está en buena forma, tendré que aguantar esta ráfaga para que se desfonde. – Pensaba Butch mientras a duras penas se protegía la cabeza y las zonas vitales. Volvía a ser castigado, el negro sabía donde golpear, tenía los dorsales machacados. Butch parecía un muñeco, un títere descabezado que no paraba de bambolearse a cada impacto, el oponente era como una máquina que apaleaba una y otra vez sobre el mismo punto, siempre con la misma intensidad, como si de un pistón se tratase. Butch lanzó un gancho para salir del atolladero, el otro lo recibió en la barbilla y se alejó lo suficiente para que el boxeador lanzase un directo que impactó en la frente del rival. Éste se quedó sorprendido, perdió la iniciativa y permitió que Butch se alejase de la esquina. El negro bajó la guardia, parecía cansado, Butch lanzó el puño con toda su fuerza, lo esquivó y le devolvió un crochet que describiendo una elipse aterrizó en la ceja herida. Ésta reventó, se abrió en canal y comenzó a manar la sangre que se metía en el ojo. Había quedado tuerto, no era capaz de ver nada por el lado izquierdo, el contendiente seguía castigando esa zona, intentando atravesar la defensa y acabar con el hombre que tenía delante. Lanzaba golpes furiosos, obviando la técnica y atacando de cualquier forma. Butch alzó el codo, era un truco que había aprendido en los años que llevaba luchando, el puño desbocado del negro se estrelló contra el hueso de su brazo. Su cara mostró el dolor de haber impactado contra la pared que se levantaba contra él, el veterano boxeador sabía que se había roto un dedo, aprovechó su sorpresa para lanzarle una combinación de golpes. La cabeza del oponente se bamboleó hacia atrás y adelante por los puñetazos que se estrellaban, aún así no cayó, se abrazó a Butch intentando evitar los golpes. El boxeador le propinó un cabezazo que le abrió el pómulo, el negro se tambaleaba cuando sonó la campana, de su cara manaba abundante sangre. El séquito que tenía en su esquina se abalanzó sobre Butch, de un par de empujones se los quitó de encima, el arbitro medió para evitar la lucha entre los equipos.

El viejo boxeador volvió a su esquina, tenía las costillas tocadas y su ojo izquierdo se había convertido en una pelota amoratada que no paraba de sangrar. Joey sacó una cuchilla y le rajó la piel para que expulsase la sangre acumulada, la hinchazón bajó considerablemente. El negro estaba aturdido, a duras penas le sujetaban, sabía que lo que tenía delante eran los últimos momentos de lo que antaño había sido un gran guerrero. Butch observaba al boxeador que tenía frente a él, se reconocía en su juventud y en su fuerza, parecía un espejo que devolvía un reflejo del pasado y al que le costaría hacer añicos.

Nacho Valdés

8 comentarios:

Sr. Amarillo dijo...

El relato sigue sin perder fuerza y, como cada semana, espero que llegué la siguiente.

P.D: Bunbury, el artista favorito de Nacho, vuelve a Valencia el mes que viene para tocar en los viveros.

Nacho dijo...

Gracias por las críticas literarias, se agradecen. Lo de Bunbury ya lo sabía, de hecho queríamos ir a ver a ese julapón, ya hablaremos por si os apetece venir.

Abrazos.

Anónimo dijo...

Se hace de rogar el siguiente combate en verdad.

G.D.B dijo...

Sigo picado con esta historia.
Desde las gradas disfruto el combate pero me gustó más el primer asalto.
He aprovechado para quedar con la rubia mientras vuelve la acción.

¡¡¡Vamos Butch!!!!

Sigue así hermano.

Sergio dijo...

Como siempre insipiradísimo. Me produce además, el relato, sentimientos contradictorios. Por una lado estoy deseando leer con impaciencia cómo acaba Butch el combate y, por otro lado no tengo ningunas ganas de que la historia acabe. Es aquí dónde nace una pregunta o ruego hacia el autor : ¿Ha pensado usted Senor Valdés en dar continuidad a este carismático personaje fuera de este relato?

En cuanto a Bunbury, alli nos vermos. Sabeis que yo siempre apoyo al Huracán.
Por cierto, también quiero mandar un abrazo al Comandante al que por fin he conocido en persona. ¿Para cuando una Jam?

raposu dijo...

Butch es perro viejo, se las sabe todas, pero no sé si será suficiente, sobre todo para salir del lio en que se ha metido. Nos tiene totalmente enganchados y sentimos cada golpe que da y recibe... pero me temo que toca sufrir aún más. ¡Animo Butch! ya sabes ¡Antes morir que perder la vida!

Un abrazo también para Sergio, a quien conocí en mitad de un cataclismo nuclear que nos tuvo cuatro días trabajando como ya no recordaba. No faltarán más ocasiones o ya las provocaremos.

Anónimo dijo...

Suma y sigue.cada capitulo mejora el anterior y hace que me quede con ganas del siguiente.MUY GRANDE!!!

Borja

paco dijo...

Qué grande. Restalla de maestría. La historia lo sostiene todo, apasionante, sin resentirse. Estamos entregados. Enhorabuena