El músico
El comisario entró en el estudio. El piano de cola ocupaba toda una esquina de la habitación, en el otro extremo un improvisado despacho estaba cubierto de papeles y partituras. El resto de la estancia era diáfano, como en una especie de abandono aseado.
- Este desorden contrasta con el resto de la mansión. – Dijo para sí. - ¿Cómo es posible que la baronesa permita esto? – Comentó con el mayordomo que le iba guiando.
- Señor, en este sentido no tengo nada que decir. Es la señora la que nos encarga qué hacer y cómo.
- ¿Olvida usted que está hablando con un policía? Tiene la obligación de contestarme.
- ¿No me diga? – Respondió provocador.
El agente encendió un cigarro, aspiró profundo y soltó el humo en dirección a los infinitos techos de la casona.
- Le rogaría que evitase fumar dentro de la casa.
- ¿No me diga? – Respondió guasón. - ¿Va usted a responder a mis preguntas o tendré que ejercer mi autoridad? – El hombre suspiró profundamente.
- Sí no queda otro remedio.
- ¿Cuál es el motivo por el que esta habitación está en este estado?
- La señora tiene cierta permisividad para con su hijo, podríamos decirlo así.
- Y resulta que lleva más de tres días desaparecido, ¿sabe usted si dispone de ingresos?
- El señorito no trabaja, únicamente se dedica a su música. Se trata de una obsesión por la que no recibe ningún estipendio.
- ¿Es la baronesa la que le empuja a este campo creativo?
- La señora procuró buscar una ocupación para su hijo cuando vio que difícilmente terminaría los estudios básicos.
- Por lo visto su señora no ha escatimado en gastos para la formación de su hijo.
- Ya le he dicho que la señora baronesa es muy generosa con él.
- ¿Seguía lecciones o su formación era autodidacta?
- El señorito tenía el día totalmente organizado en lecciones y trabajo. La señora era bastante estricta en este sentido.
El comisario se acercó al escritorio y movió ligeramente los legajos, observó el panorama y volvió a dirigirse al servicio.
- Parece que está todo tal cual, no parece haber desaparecido nada. ¿Cómo fue la desaparición del joven?
- Estaba ensayando, como todos los días, y a la hora de la comida ya no estaba.
En ese momento apareció la baronesa, iba vestida con ropa de montar y dejaba, con sus botas embarradas en las caballerizas, un rastro de desperdicios por la tarima. El servicio se apresuró a llamar a una limpiadora mientras que la dueña de la casa miraba al policía de arriba abajo.
- Buenas tardes señora. – El comisario se acercó a besar la mano que le ofrecía la mujer.
- Buenas tardes agente. ¿Alguna pista?
- Realmente pocas, pero creo tener claro lo que ha sucedido.
- ¿Podría usted, si es tan amable, compartirlo? – La mujer puso un gesto contrariado.
- No hay problema. La cuestión es tan sencilla como esperar unas cuantas horas. ¿De cuanto dinero dispone su hijo?
- No demasiado, se lo tengo estrictamente racionado.
- Pues en cuanto se le acabe volverá a casa desde el sórdido prostíbulo en el que se encuentre.
- Esto es ofensivo, ¿y si se trata de un secuestro?
- Probablemente su hijo se habrá secuestrado a sí mismo para perderla de vista durante unos día; no se preocupe, aparecerá antes de lo que se cree.
El vetusto agente encendió un cigarro y se dio la vuelta dejando a la aristócrata con la palabra en la boca, con una sonrisa dijo: - Si no está aquí mañana por la noche vuelva usted a llamarme. Adiós.
Nacho Valdés