miércoles, octubre 31, 2012

Delaletra

Las dudas sobre la dimensión humana

Si existe un personaje unido a la literatura digno de mención por la profundidad de sus textos, su compromiso cívico y su voluntad de emancipación intelectual, es Miguel de Unamuno. En este caso, la persona y el personaje se unen pues la biografía unamuniana puede ser fácilmente rastreada a través de sus incontables producciones líricas. Se trató de un escritor que siempre estuvo unido a los acontecimientos políticos y antropológicos de su tiempo y que no escatimó esfuerzos para levantarse contra la censura y la opresión que se vio obligado a sufrir en sus propias carnes.
Hacia el final de su vida, tras vivir el exilio, la dictadura de Primo, las Guerras Carlistas, la Segunda República y el desastre del 98, nos legó una pequeña novela en la que repasa a través de su increíble capacidad expresiva algo que siempre le preocupó y que a todos nos afecta: el destino del hombre tras la muerte. En San Manuel Bueno, mártir hace eco de la posibilidad de la nada a través de una obra descarnada y muy personal en la que sin caer en la amargura se enfrenta de manera directa a una temática compleja y manoseada desde distintos puntos de vista.
Se trata, por lo tanto, de una novela recomendable para todo aquel que esté interesado en la lírica más excelsa y que supone el colofón para una vida comprometida con la lucha por las libertades individuales; quizás necesitásemos otro Unamuno en el presente que se enfrentase a los abusos a los que estamos sometidos.

lunes, octubre 29, 2012

En el ángulo muerto Vol. 166



Tugurios



Thomas llevaba demasiado tiempo apretando tornillos y haciendo soldaduras, había tenido mucha suerte de salir de aquella granja decadente donde vivían sus padres con el anciano Lord. Les había mandado innumerables cartas para que se uniesen a él en Detroit pero no había conseguido respuesta, algo esperable puesto que eran analfabetos. Aún así, sabía que pertenecían al campo y que difícilmente podrían adaptarse a la vida cambiante de la ciudad donde todo se hacía a una velocidad y ritmo al que unos negros ancianos del sur no se adaptarían.
Él había sido afortunado, vivía con otros siete negros en un pequeño apartamento ruinoso cerca de la factoría de Ford en la que trabajaba. Cuando entró por la puerta, aunque sabía leer y tenía bastante más cultura de la que cualquiera de los blancos que realizaron su registro, le relegaron a las tareas más infames por el color de su piel. Era algo a lo que no estaba habituado pues en el sur, en las propiedades del Señor Spencer, había vivido al margen del racismo que supuraba ese maldito país por los cuatro costados. De vez en cuando fantaseaba con ir a África, sabía que había líneas que con cierta regularidad recorrían el Atlántico y terminaban en el continente negro donde a todas luces se adaptaría sin problemas. En fin, tonterías que ocupaban su tiempo cuando tenía algún rato libre y le daba por reflexionar acerca de lo que le rodeaba; miseria más que otra cosa.
A veces, sin que él se percatase hasta pasado un rato, algún blanco le miraba detenidamente con un odio visceral. En otras ocasiones, le atropellaban cuando caminaba tranquilamente por la acera pues algunos tenían la impresión de que los negros de la ciudad solo podía circular por la calzada esquivando los cada vez más numerosos vehículos. En otros momentos era una simple ojeada de asco o desprecio, nada que se saliese de la rutina a la que se estaba habituado. Thomas había aprendido a convivir con el rencor que le envolvía y, a pesar de que echaba de menos sus raíces y a su familia, sabía que no podía dar ningún paso atrás pues sería en falso.
En la fábrica en la que trabajaba cobraba igual que los blancos, algo inusual pues era sabedor del poco reconocimiento al que estaban sujetos los de su raza. A pesar de la evidente ventaja que suponía recibir un salario adecuado para un peón, estaba bajo la batuta de blancos ignorantes que nunca serían capaces de identificar una pizca de talento en un empleado de color. Aún así, trabajaba sin descanso y no daba problemas. Él y sus compañeros de raza estaban reunidos en grupos de trabajo con las faenas más pesadas, solo algún blanco con problemas intelectuales y algún otro que no terminaba de integrarse estaba con ellos. El resto formaba sus grupos y, por supuesto, los negritos eran motivo de burla y no eran pocas las ocasiones en que les provocaban. Por otro lado, sabían que no tenían ningún futuro más allá de los trabajos serviles y duros en los que los blancos les habían ubicado. Era como si la esclavitud se hubiese dilatado de forma soterrada.
Después de la jornada siempre hacía lo mismo, se reunía con el conjunto que había formado con compañeros de la Ford. Él tocaba la guitarra, tenía una especie de don natural para la música y, aunque nunca había recibido formación específica, se había fabricado su propio instrumento en la granja y con los primeros ahorros que había reunido se había comprado su primera guitarra de verdad. Sonaba estupendamente, por lo menos es lo que le parecía y, desde que tocaba en conjunto, había mejorado enormemente. Llevaban meses encerrándose en un sucio sótano, casi sin espacio para ensayar los sonidos jazzísticos y bluseros que le habían enamorado desde la primera vez que los había escuchado. Él estaba habituado a los sonidos del campo, a los salmos y canciones religiosas pero la música urbanita era lo que realmente le motivaba. Habían tocado un par de veces en reuniones que se habían organizado y que habían terminado en celebración y estaban decididos a ganarse la vida con el grupo. Sabían de otros negros que habían grabado discos y que había tenido cierto éxito o de conjuntos que tocaban en locales y se ganaban la vida así. En definitiva, Thomas había llegado a la conclusión de que lo que tocaban parecía gustarle a los blanquitos que llevaban a sus chicas a clubes de negros; estaba decidido a aprovechar ese espacio.


Nacho Valdés

viernes, octubre 26, 2012

Out the Air

Para este final de semana lluvioso nada como un temita decadente con el enorme Jack White al piano. La canción seleccionada invita a arrastrarse por la ciudad esquivando los charcos y está extraida de su último trabajo Blunderbuss, álbum realmente interesante que recomiendo a todos los corazones.
Buen fin de semana...


jueves, octubre 25, 2012

Inevitable (Vol. 3)



Tú eres mi espejo
mi control de calidad
el cable que me une a la tierra
mi fuente de riqueza y fantasía

Eres lo que quiero
una puerta siempre abierta
el sudor caliente en el cuerpo del amante
una flor de otro planeta
que creció en mi jardín
sin mi permiso

Mientras sigas reverdeciendo
yo espantaré a la muerte a una sala de espera
sin puertas ni ventanas

Me quedaré en el campamento
esperando ver como el reflejo de tus ojos
sobre la montaña
convierte el invierno en poesía

Y cuando llegue la medianoche
para acorralar la madrugada
me quedaré mirando la luna
y ella
me devolverá
una enorme sonrisa

Somos dos
partículas indivisibles
Vivo despertando desde que te encontré

miércoles, octubre 24, 2012

LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (58)

Editada como Maxi en el año 87, fue en su día el primer rap de un grupo español de rock. Estaba dedicada a la Negra Flor, bella y elegante señorita que se dedicaba al oficio mas viejo del mundo en las ramblas de Barcelona. El video de la canción pertenece a la gira americana de Juan Perro durante el 2012.

Ordinaria Polaroid

Sábado de terrazas...


martes, octubre 23, 2012

Palabras Usadas

Para hoy presentamos una triple entrega que nos llevará de los sonidos rhythm and blues de la Motown y Marvin Gaye, pasando por la Credence Clearwater Revival y su cover de 1970 para, por último, llegar a las Malas Lenguas de Santiago Auserón. Sonido negroide, folk-rock y un toque latino; elijan ustedes pues este martes la cosa está bastante competida.






En en Backstage

Wilco
Murcia
19-10-2012 BUM FESTIVAL

¿Y después de esto que nos queda?

Wilco hizo acto de presencia en el Festival BUM 2012. La plaza de toros de “La Condomina” fue el lugar escogido para cerrar la semana triunfal de la banda por nuestro país. Tras pasar por Barcelona, Madrid, Sevilla y Bilbao le tocó el turno a Murcia. Una fría e intensa lluvia estuvo presente de forma intermitente durante toda la actuación pero eso no fue un impedimento para el devenir de los conciertos. Un público muy joven, universitario llenó la el recinto con ganas de escuchar buena música y pasar un buen rato. Los de Chicago, una vez más, volvieron a confirmar lo que muchos ya sabemos: Wilco tiene el mejor directo del planeta. Ante una audiencia que mayoritariamente venía a ver, de forma incompresible, a Lori Meyers desplegaron un repertorio único e intransferible. Y es que Tweedy y los suyos tienen todo lo que una banda sueña con tener: canciones como soles, oscuridad, redención, luz, puesta en escena, carisma, historia, experimentación, soul, rock, alt country, pop, folk, profesionalidad, inspiración... y un larguísimo etcétera de excelentes adjetivos que su música destila. Tweedy aguantó todo el concierto con su ya mítico sombrero y sus pintas de músico callejero y lo hizo secundado por esa apisonadora musical que son Nels Cline, Mickael Jorgensen, Glen Kotche, Pat Sansome y John Stirrat. Comenzó la actuación con la oscura “Poor Places” del excelente “Yankee Foxtrot Hotel" para fundirse con la epopeya eléctrónica que abre su último disco. Esos dos álbumes fueron los que formaron el esqueleto del concierto junto con pinceladas de sus otros trabajos como "A ghost is born". A partir de ahí se inició un despliegue de facultades musicales que pocas veces se pueden ver sobre un escenario. Wilco cantó bajo la lluvia pero la calidad y perfección de su sonido hacía pensar que los de Chicago nos cantaban desde el salón de casa. Y ese es el gran secreto de la banda: lo inmaculado de su sonido toquen donde toquen. Por cierto, a lo largo de los 17 temas que se interpretaron pude contar más de 10 guitarras distintas pasando por los dedos de Jeff Tweedy. Durante toda la noche hubo momentos para no olvidar aunque sería injusto no destacar instantes como el solo de guitarra de Nels Cline en "Impossible Germany"(INCLUYO VÍDEO); una melodía que podría durar eternamente y nadie pondría pegas. Y es que lo que este hombre hace con su guitarra yo no lo he visto en ningún otro lugar. También merece ser destacada “Via Chicago” esa nana melancólica, sórdida y preñada de literatura americana que Tweedy canta como nadie. La voz de Tweedy emocionó y llego a todos los oídos que por ahí abajo peleaban con la lluvia. Unas pocas palabras en castellano para agradecer el aguante debajo del temporal y un enigmático “gracias por invadirnos” fue lo único que salió de la boca del cantante a parte de sus canciones, claro. El concierto fue más corto que los de la anterior semana por estar incrustado dentro de un festival pero aun así todos acabamos mojados y contentos de poder ver a Wilco desde muy cerquita. Difícil papeleta les quedó Lori Meyers para cerrar el festival después de lo que los de Chicago demostraron en el escenario. Esperamos poder repetir pronto allí donde la banda nos cite. Hasta que eso ocurra, solo se me ocurre una cosa que decirles a Wilco: Gracias por existir en nuestra época, señores.

lunes, octubre 22, 2012

Ordinaria polaroid

The Bowie Way of Life


En el ángulo muerto Vol. 165





Almuerzo

El negro se sentía debilitado, pensó que ya no tenía edad para lo que se le venía encima y que quizás estuviese mejor lejos de aquella mansión ruinosa en la que su antiguo amo se consumía de manera lenta e irremediable. Si se hubiese ido con sus hijos en esos momentos él y Ruth se encontrarían lejos de esos blancos peligrosos que probablemente acabarían con esa panda de viejos que se resistían a vender unas tierras baldías. Se quitó de la cabeza esos pensamientos, tenía que ocuparse de lo que tenía entre manos y conseguir una salida que les salvase pues no creía estar capacitado para aguantar la presión a la que les someterían esos toscos hombres de campo. Su cerebro funcionaba a pleno rendimiento pero no encontraba solución alguna, su mente únicamente era capaz de atender al tono elevado de conversación que llegaba desde el salón y que le provocaba sudores fríos. Parecía que el Lord estaba agitándose ante las propuestas de los forasteros pero, para alivio de Phineas, parecían tomarse a guasa las advertencias del terrateniente. De hecho, en un momento dado, sonaron las profundas carcajadas de los rancheros que habían llegado por la mañana.
El negro se acercó a servir más bebidas, aprovecharía el momento distendido que parecía haber conseguido el señor Spencer para intentar sacar algo más de información. Sirvió las copas aceleradamente pues varias miradas de odio se clavaron en él, estaba claro que su presencia no ayudaba a encauzar la situación por lo que fue a refugiarse a la cocina. Allí se encontró con Ruth que estaba terminando el primer plato del aperitivo, se mostraba tranquila y relajada y no parecía haberle afectado la tensión que se respiraba en la zona noble de la casa. El negro se enterneció con su mujer, le dieron ganas de abrazarla y darle un beso por su cuajo pero, cuando intentó acercarse a ella para tranquilizarse él mismo, fue recibido con un empellón que le hizo retroceder un par de pasos. La cocinera le dio instrucciones precisas para servir el primer plato, no parecía tener tiempo para arrumacos. Phineas reparó en que se trataba de riñones, un plato denostado por el señor y que únicamente podían comer cuando él no se encontraba presente. El viejo valoró si su señora estaría perdiendo sus capacidades organizativas, nunca antes, que él recordase, había sucedido algo parecido. Se quedó plantado en mitad de la cocina sin saber a dónde dirigirse, parecía desorientado y extrañado. Recibió un pescozón de la hiperactiva ama que ya preparaba otro plato, el golpe le hizo reaccionar y cargó con los riñones en dirección al salón donde se desarrollaba la reunión.
Llegó sigiloso, no quería que el señor montase en cólera pues la situación ya era lo suficientemente tensa. Prácticamente sin emitir ningún sonido, arrastrando los pies sutilmente rodeó la mesa y dejó en el centro las jugosas vísceras en salsa que había elaborado su mujer. Para cuando el viejo señor quiso darse cuenta, Phineas ya estaba saliendo por la puerta de servicio y sus chillidos se ahogaron en la lejanía. Ruth estaba esperando con el servicio habitual con el que comían ellos dos con el patrón, le indicó que quitase la mesa y que tirase la comida pues en pocos minutos su comida estaría preparada. El antiguo esclavo no sabía a qué atenerse, la zona donde comían estaba ocupada por los peligrosos desconocidos que habían llegado y estaba claro que resultaba una temeridad interrumpir la conversación que se estaba desarrollando. De todas formas era inevitable hacer caso a Ruth, la convicción con la  que había hablado pareció adueñarse de su voluntad y comenzó a caminar accionado por un resorte oculto. Cada paso que daba parecía conducirle al matadero pero, antes que enfrentarse a su mujer, prefería ese cruel destino. Sin embargo, cuando giró en el último recoveco y observó la situación ninguno de los rancheros se mantenía en píe, estaban inertes cerca de la mesa. Uno de ellos parecía moverse todavía de forma convulsiva. El Lord estaba terminando tranquilamente su bebida y, en cuanto vio al negro, le pidió que recogiese todo ese desastre que se había montado. Phineas obedeció la orden mientras oía los pasos de Ruth que se acercaba por detrás para servir la comida.

Nacho Valdés

jueves, octubre 18, 2012

Inevitable (Vol. 2)



Adiós es lo último
que yo podría decirte
Tal vez
cerraría las puertas con orgullo
pero las volvería a abrir de par en par
cuando regresases

Y
una vez allí
nadie podría sacarte
pues mi cabeza
es una cárcel de la que nadie escapa

Desde las flores secas
hasta la noche eterna
donde las manos que acarician los cuerpos
son siempre de arena
y el tiempo es agua de mar
que se pierde

Allí
envejeciendo a tu lado
como las hojas de un árbol centenario
que dio dos frutos


Adiós
sin despedidas
adiós es lo último
que yo podría decirte


LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (57)

Mi canción preferida de los Beatles. Es de Paul y abre el Abbey Road. En vez de escoger la original he preferido esta extraida de un concierto de Paul junto a Billy Joel.

miércoles, octubre 17, 2012

En el Backstage Vol. 35




Valencia Über Alles

Los dioses del rock parecieron confabularse cuando el Muchacho me informó hace ya unas cuantas semanas de que el enorme Jello Biafra iba a pasarse por la Sala El Loco de Valencia. Como todo parecía demasiado bonito para ser verdad intenté confirmar el rumor pero resultó imposible, cuando ya lo daba por perdido resultó que se confirmó el evento; el 8 de octubre, a eso de las diez y media de la noche, estaría a menos de quinientos metros de mi casa una de las leyendas vivas del punk de San Francisco.
La noche de marras me encontraba un tanto nervioso, un cosquilleo en mi estómago demostraba la cercanía de mi ídolo y la consumación de un encuentro por el que llevaba esperando prácticamente un par de décadas. Los Dead Kennedys, sin su inconfundible líder, ya habían girado por la geografía española perdiéndome en aquella ocasión el show pero, en esta ocasión, para Jello no había excusa; estaba decidido a hacer lo que fuese necesario para poder verle de una vez por todas en directo. Al final no tuve que hacer nada especial (menos mal), todo encajó a la perfección y simplemente me tomé la molestia de comprar la entrada por adelantado.
Según avanzaba el tiempo, las cloacas parecieron abrir sus compuertas y los punkis más sucios de toda la ciudad comenzaban a acercarse a la zona del Loco Club. Todo se inundó de crestas, camisetas rotas y chupas de cuero con la curiosa confluencia de gafipastis cuarentones pertenecientes a la generación original de los Dead Kennedys que también hicieron el esfuerzo de acudir en manada. Curiosamente, aunque volaron vasos y botellas de agua, ninguno de los modernuquis que se había reunido se enzarzó con las ratas punkis que atestaban el local. Total, el aforo se dividía más o menos a partes iguales entre modernos y tiradetes más clásicos.
La sala, como es habitual, sonó a las mil maravillas aunque los teloneros se empeñasen en poner a prueba nuestra capacidad auditiva y las posibilidades sonoras del local. Se trataba de un power trío de chavaletes que practicaban el giro de melena sobre sus cuerpos tatuados mientras su sonido saturado y distorsionado hasta la desfiguración atronaba al personal. Aunque ponían cierta actitud, evidenciaban una absoluta falta de aptitud musical que suplían con una guitarra que chillaba como si la hubiesen apaleado. El cantante, al tiempo que golpeaba el mencionado instrumento, aullaba a la luna algo ininteligible que se perdía entre el horrible sonido. En fin, hardcore rápido de la más baja calidad.
Por fin, tras el castigo recibido, apareció el enorme Jello Biafra ataviado con una especie de batín confeccionado a base de collages de prensa. Salió corriendo y despidiendo por todos sus poros la vitalidad y carisma que siempre le han caracterizado y, a pesar del evidente paso del tiempo, se le veía en forma y motivado. La banda, los Guantanamo School of Medicine, compuesta por guitarra solista, guitarra rítmica que ayudaba en los coros, batería y bajo sonaba totalmente engrasada y evidenciaba la complicidad que se había establecido en gira y ensayos. El sonido, cercano al proto-punk de los Kennedys, también tenía matices propios y se veía como el señor Biafra disfrutaba de sus entregados y profesionales acompañantes. El show cumplió con todos los requisitos que se esperaban: tuvimos la consabida performance del líder, mímica y trabajo de clown y, por supuesto, contenido político que Jello Biafra se encargó de traducir al español en un cuaderno al que recurría para explicar las temáticas de las que trataban las canciones.
Todos los presentes, incluido el jovencísimo Jacobo y su bella madre, disfrutamos de un artista nato que ha hecho de la música el canal con el que trasmitirnos un mensaje que a todos nos afecta. Por supuesto, a lo largo del recital se fueron intercalando éxitos atemporales de los Dead Kennedys como Nazi punks fuck off, Kill de poor y, como no podía ser de otra manera, la irrenunciable California Über Alles llegando al colofón de Holiday in Cambodia en la que la sala se rindió al grupo de forma definitiva.
Se trató de una noche increíble en la que disfruté de lo lindo de un Jello Biafra que no falló a la voz y que nos ofreció todos los ingredientes que esperábamos, seguro que ninguno de los asistentes salió defraudado.

Nacho Valdés