lunes, marzo 15, 2010

En el ángulo muerto Vol. 51


Repelente

¡Maldita sea! Ya está otra vez aquí, estoy seguro.
Echo un vistazo rápido antes de adentrarme en el garito, pero su fragancia me adelanta su presencia. Es increíble como se puede desarrollar una aversión a una persona, aunque en este caso creo que está justificado. Saludo al puerta, y entro con rapidez, no sea que me vea y me coja por banda como suele hacer. Todavía no la veo en la oscuridad del local, pero la siento cercana, incluso podría asegurar que en estos instantes está observándome desde algún lugar, entre las sombras.
Soy el primero en llegar. He vuelto a cometer el mismo error, estoy a descubierto. Espero estar acompañado lo antes posible, en caso contrario estaré perdido. Me hundo en una de las butacas en un intento por pasar desapercibido, la gente baila y charla a mi alrededor. Si esto sigue así acabaré por dejar de venir, no hay quien aguante a esta tipa. Dejo la cazadora reservando el sitio parece que, por el momento, estoy teniendo suerte. Me acerco a hurtadillas hasta la barra, tengo sed y quiero tomar algo. Ya sé que es una exposición inútil pero me veo obligado a hacerlo. ¡Mierda! Está acodada en el otro extremo y parece estar buscando a alguien, seguro que rastrea mi presencia. Me encojo detrás de un tipo corpulento, menos mal que la camarera sabe lo que bebo, no tengo que descubrirme demasiado para pedir.
Recojo el cubata y vuelvo a mi butaca, me refugio en la oscuridad y echo un vistazo fugaz a la zona donde se encontraba hacía unos instantes. Ya no está, estoy en peligro. La música suena alta, una canción de moda y la gente se empieza a moverse. Considero que será mejor mezclarme en la pista entre la multitud, seguro que así logro pasar desapercibido. Hago como que danzo con la copa en la mano, aparentando indiferencia, como si nada de lo que pasa a mi alrededor fuese conmigo. Enciendo un cigarro y echo una mirada disimulada a ver si está por las cercanías. Veo una tía interesante. Le sonrío y ella mira para otro lado. ¡Será guarra! No me doy por vencido, me acerco moviendo mi cuerpo de manera ridícula y la muy cabrona se parte de risa con sus amigas. Todavía no está todo perdido, intento presentarme pero la vista se me va a su escote. ¡Mierda! Estoy quedando como un completo imbécil. De todas formas parece que algo le intereso puesto que no se retira, se queda a la expectativa observando mi progresión. Vuelvo a intentar el acercamiento, con el cigarro ladeado y apariencia de tipo duro. Cuando estoy cerca de su oído la tía grita como si la estuviesen despellejando en vida, se agarra la oreja y me mira con odio profundo. Caigo en la cuenta de que la he achicharrado con la brasa de mi cigarro, la muchacha se acerca a sus compañeras y todas me miran de arriba abajo invitándome a dejar la zona. He perdido una buena oportunidad.
Vuelvo a mi butaca y tiro el cigarro avergonzado. Con el ajetreo se me olvida la persecución a la que estoy siendo sometido, vuelvo a mirar en todas direcciones pero no consigo verla. No puede ser, algo no me cuadra. ¿Será que se ha ido a casa? Respiro aliviado, pero algo me falta y mis amigos siguen sin venir. Decido dar una vuelta y buscarla, me siento extraño después de semanas de atosigamiento. La veo a lo lejos, entre el humo, la oscuridad y el gentío. Me acerco precavidamente mientras la música suena estridente. Ella lleva dos copas en la mano, me resulta extraño y al tiempo familiar. Me escudo disimuladamente tras un grupo de gente, observo desde la distancia como se acerca a un tipo solitario que está cercano a la barra. La coge por la cintura y le besa apasionadamente en los labios, ella se echa un poco hacia atrás pero no pone demasiados reparos. Estoy seguro de que se acaban de conocer. Algo en mi interior me dice que debería acercarme a ese pobre diablo y advertirle de a qué se enfrenta, en que situación puede derivar el que parece ser un simple escarceo de una noche. Igual, cuando ella vaya al baño o a pedir algo, debería ir rápidamente y revelarle el desquiciamiento que posee esa mujer. En un brote de sinceridad caigo en que no temo nada por ese desconocido, lo que realmente pasa es que estoy profundamente celoso. Vuelvo a mi sitio totalmente abatido, nunca pensé que llegaría a echarla de menos.

Nacho Valdés

4 comentarios:

raposu dijo...

Bueno un montón. Me encanta como haces historias de esas cosas pequeñas y a menudo inconfesables.
Enhorabuena.

En Baqueira un montón de nieve y 17 bajo cero. El viejo sigue en forma.

paco albert dijo...

Estos pequeños y amenos escorzos tuyos siempre presentan algún antropológico común. Muy bueno, Nacho.

laura dijo...

Cariño creo que está genial!Es una historia muy entretenida.
Un besazo nos vemos en media horita!Laura.

Dani pastor guardiola dijo...

http://www.megavideo.com/?s=seriesyonkis&v=HG6387RD&confirmed=1 Nacho, este es el enlace de la pélicula cero en conducta, espero que la disfrutes ;)